El Bósforo

Nunca es tarde si la pita es buena.
Y es que su homónimo de la plaza del Cedro lo había probado años atrás, pero la verdad es que éste de plaza Honduras –Meca de todo estudiante y habitante en general de esta zona de jarana postadolescente– ni lo conocía, por el mero hecho de no haber estudiado aquí. Un cúmulo de casualidades e incompatibilidades horarias y espaciales nos hizo terminar hace unos meses en la terraza de plastiquete de este Bósforo número 2 que, por cierto, ahora pinta mucho más azul que el rosa que puede verse en las fotos antiguas.
Y ¿qué tiene? Muy simple: unos kebaps mixtos de rollo que tiran para atrás. Eso, sumado a un tanque de cerveza fría y un plato de bravas, cuesta tan poco que da risa (menos de 6 €). Está claro que las bravas no son las del Cesáreo ni la cerveza es una Turia. Pero oyes, hay noches que apetece este tipo de guarreo gastronómico, y a este bar un par de cenas le han bastado para colocarse directamente como tercer puesto en mi podio de mejores kebaps de Valencia.
No esperes un servicio atento, ni un sitio cómodo y tranquilo. Si estás buscando un buen turco, pero no toleras la ausencia de esos dos componentes… mejor pide Bósforo a domicilio. Aquí arriba tienes el número.

El Bósforo posiblemente sea el Kebab más famoso y reconocido de toda la zona universitaria. Hay otro Bósforo en la plaza del Cedro, a pocos metro de éste. Pero éste establecimiento es el que siempre está lleno.
El precio es el mismo que cualquier Kebab. Un buen rollo, con patatas y bebida por unos 6 euros. Además está riquísimo y te lo sirven con celeridad aunque el bar esté repleto.
Sin embargo, lo que más me llama la atención, es que al contrario de otros kebabs, en éste se bebe mucha cerveza. La gente se reúné aquí durante toda la tarde y parte de la noche para pasar las horas bebiendo cerveza y poniéndose fino. No es el típico Kebab al que vas a cenar y ya está. Ésto, al menos para mí, es algo destacable.
De hecho, durante una temporada, se impusieron los tanques por un euro todos los martes. lo quitaron, no sé si porque no les era rentable o porque desde el principio querían ponerlo temporal para atraer clientes o para celebrar algún aniversario.

Que conste que yo no soy precisamente muy amante de los kebabs. Es un tipo de comida que no me sienta especialmente bien, ni siquiera cuando lo pido sin picante. El caso es que este es uno de los pocos a los que voy, porque es barato (bueno, en la media de todos los kebabs, a partir de 3,50 €) y tiene una agradable terraza, tanto cubierta (con una pequeña carpa) como descubierta.
Además de que por 5,50 € tienes un menú con comida y bebida, sorprende la rapidez del local: muchas veces he llegado a pedir uno estando lleno a rebosar y lo han tenido listo en menos de 2 minutos. Y además huele que alimenta desde la calle, el olor es tan sugerente que personas que en su vida han probado un kebab o no les apasionan, como a mí por ejemplo, nos llama la atención, hasta un punto en el que nos preguntamos… ¿y si me estuviera equivocando? Con la cantidad de kebabs que hay por la zona, sin ir más lejos 4 en menos de 100 metros, lo de este local tiene su mérito.