Mercedes

Me pareció fascinante su escenario, pero también su sofá enorme en la entrada, el de dentro del local (ya en plan para ver a los músicos en directo), y el piano de cola que luce reluciente. Se trata de un local que está en la ruta de jazz de Valencia y que suele ofrecer conciertos e directo tanto de este estilo de música como de otros tipo swing, pop o folk.
La noche que vine ya era tardecito, en sábado, y no había concierto, pero sí un ambiente relajado para hablar y tomar una copita con la posibilidad de no tener que chillar a tu amigo en la oreja y acabar la noche como si hubieras cantado una ópera en su cuarto, odio esa sensación de afonía que muchos locales nocturnos brindan a los clientes. Pedí una tónica y me costó 2 euros, precio justo y habitual en un local nocturno, pero puedo decirles ya que me esperen poniendo copas porque en cuanto pueda tomarme una pienso acercarme a disfrutar de su ambiente, de sus conciertos y de sus elixires de locura. Me encantó.

Una sala de conciertos siempre se merece mis respetos, pero en este caso, es una sala con una acústica inmejorable. Estuve en un concierto de pop, muy tranquilo, casi acústico, y sin técnico de sonido, sonaba limpísimo y claro.
Es una sala pequeñita, no creo que quepan más de 50 o 60 personas sentadas y unas 100 de pié.
Los camareros son atentos y muy educados (quizá demasiado para una sala de conciertos). El ambiente es agradable. Y los precios de los cubatas no son desorbitados.
Me ha gustado en general.

Ahora que empiezo a familiarizarme con el movimiento jazz, swing y lindy-​hop, el Café Mercedes me abre unas puertas y un mundo que, hasta hace bien poco, era algo desconocido para mí.
Esta pequeña sala que además se llena con facilidad, ofrece una programación de conciertos y jams que dejan muy buen sabor de boca. Disfrutas de un directo y te dejas llevar por la magia de esta música que además te evoca otros tiempos, otra época, otro momento.
No sé cuántos locales hay repartidos por Valencia para disfrutar actualmente de esta música en vivo mientras te tomas un algo e intentas, inevitablemente, seguir el ritmo de la música con el pie; pero el Café Mercedes ahora a mi me resuelve mucho la papeleta porque además lo tengo a menos de 6 portales de mi casa y eso, la verdad, ayuda.
Un sitio recomendable y otra opción para empezar una noche agradable para que luego acabe como tenga que acabar.

Sin ninguna pincelada ambiental que lo indique, ni otra señal de carácter, y, en general, con poco ángel, está este espacio pensado básicamente para conciertos (muy interesantes, eso sí) dentro del circuito de jazz de la ciudad, destacando muchas veces por talla internacional (se las arreglan, por la escasa publicad, a que pasen desapercibidos) de los artistas, invitados aquí a un escenario de proporciones más desahogadas que en el resto de locales con los mismos gustos.
Una pena que se relegue quizás al paso del tiempo el que el local cobre algún encanto y solera, si bien sería más fácil alguna tentativa con la iluminación (más cuidada, por favor) y algún pequeño esfuerzo en decoración.
El precio de las copas a nivel de sala de conciertos (un poco disuasorios) te arruina un poco la estampa de bebedor nostálgico (ahora que tampoco se puede fumar) que se viene asociando a la música, y anima a la clientela a, una vez acabado el concierto, buscar entre la gran oferta del barrio alguna propuesta más bailonga y despreocupada.

Hace unos meses, una amiga cantante, presentó su disco en Café Mercedes, fue la primera vez que fui a este local.
El sitio me pareció un poco pequeño o es que fue mucha gente, pero con un encanto muy especial.
Cuando empezó el concierto, con copa en mano, pareció como si estuvieran en New Orleáns de los años 20. Sin duda, después de la presentación, lo anoté en mi agenda particular de sitios chulos para volver a repetir.
Ahora, muchos Domingos voy a sus Jam session, en las que amigos míos, estudiantes del conservatorio participan en ella.
Los días que no hay concierto de nada, también me gusta mucho como opción, para ir a tomar algo en su bar. Para la gente sibarita como yo, tienen una amplia carta de ginebras y preparan los gin tonics con mucha gracia.