Monte Orandi

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Restaurante de mucha calidad. Tambien para eventos. buen servicio. para comidas de negocio. Cocina exquisita. es caro. ainwue calidad precio est muy bien

Estuve aquí en la boda de una compañera de trabajo, y me gustó el sitio. Estuvimos aplios y cómodos, la comida estaba buena y la camarera de nuestra mesa era encantadora, se pasó toda la cena de cachondeo con mi jefe, nos hizo pasar un buen rato con sus bromas. El local tiene jardín, así que cuando el tiempo lo permite se utiliza para cócteles (aquí en Valencia casi todo el año), pero el día que estuvimos nosotros se puso a llover, así que nos sirvieron el coctel en el bar.
Además de salón de celebraciones, aquí se puede venir a comer cualquier día, a realizar una comida de empresa o jarana especial que se te ocurra, vamos, es un sitio polivalente pensado para dar cabida a todo tipo de encuentros grandes o pequeños.
En los últimos años se han especializado mucho en el servicio a las fallas, ya que ofertan sus salones para que las comisiones puedan celebrar allí sus eventos, pero además han diseñado caterings para la semana fallera, que los llevan a los casales (camareros incluidos o no, según las propias necesidades)
El restaurante tiene una decoración muy rústica, con paredes de caravista, madera, vitrinas llenas de botellas de vino y vajillas antiguas… es acogedor y agradable.
Diariamente realizan menús a mediodía, hay varias opciones que van de los 20,00 a los 30,00 euros aproximadamente.
La comida es elaborada, original y bien cocinada, y el servicio en nuestro caso excelente, un buen sitio.

Cada vez que he acudido a este restaurante ha sido por algún gran evento: una comunión y una cena de empresa.
Tiene el salón, dedicado a los distintos convites, y el restaurante en distintos espacios.
No puedo decir nada negativo de este sitio. Todo está cuidado al más mínimo detalle: manteles, cubertería, copas, vajilla… y el pequeño parque que hay en la entrada del restaurante (pues está en una calle peatonal), es un buen recurso para los niños pues les cuesta mantenerse sentado en la mesa durante una comida.
La entrada es pequeña, en piedra, con una verja que nos da la bienvenida. Sin embargo, el interior es sorprendentemente amplio, parece mentira que albergue tanto espacio. La ambientación es en madera, piedra y arcos.
El menú, recuerdo que era acorde y daba la talla. Las materias primas son de calidad así como su elaboración. Todo en su punto.
La atención es inmejorable, para mi gusto demasiado cortés y correcto, se echa de menos algo de espontaneidad.
Un sitio muy aconsejable, de los que se visitan una vez cada mucho tiempo pues la cuenta sale cara.