Peggy Sue’s

Not bad, the food is good but there’s not much to chose from. There used to be many different dishes years ago but they focus on hamburgers lately so don’t expect many other things. The staff is usually nice, but sometimes if the place is a bit crowded you can feel they don’t really pay attention to you. The place looks lovely but I personally think they put too much effort into making the place look great and few effort into building a set of dishes that people can actually enjoy, because the prices are pretty expensive for the quality of the food you’re served.
I used to go there often but since a similar restaurant opened in Valencia and I enjoy it better, I haven’t come back ever since.

Like your home away from home, Peggy Sue’s has your hot dogs, crème sodas, hamburgers, and anything else you want get from the states or 1950’s version of it. I found it to be an okay stay. I like the concept, yet it’s the delivery that got me in a bit of tizzy. I definitely love the décor and the crazy sayings having on the tin novelty items around the diner. This place seats large groups and big families, about 30 people at least. When I first came, they told me the place already had reservations. This made my heart sink since my husband and I were both craving serious American food after being in Spain for a week. Now at his stay at Peggy Sue’s, my husband did have a pleasant time. Maybe because the hot dog he ordered had French’s mustard and Heinz ketchup from America by the way which he appreciated but what he really was blown away was by the crunchy potato chips on top of his hot dog.
To justify removing the two stars: First, no one gave me any utensils: spoon, fork, knife. Unless someone thinks I should eat my dessert with my fingers. I’m not sure how or why that happened. Then, I got a slice of pie, but call me weird, because when I order pie, is there supposed to be an odd yellow syrup of goo squirted on top of it. (I assume that it’s either caramel sauce or toffee or butterscotch of some sort.) That’s right. So bravely, I go on to try said goo – and it is ungodly sweet. Eyeballs maxed out to size, I tried to eat more. Third, I go to use the bathroom, and there is no more toilet tissue left. No to mention that the bathroom is in badly in need to attention to start with. I understand it’s a touristy place so more people use it, but it was getting to the point that people threw paper towels on the floor instead of the trash can, since the trash receptacle was overflowing. I should mention the last disappointment was when the menu said that the jukeboxes work without money, and I approach both of the jukeboxes and none of them work – I’m told that they are not in order in Spanish by a bunch of teenagers who have tried. Of course, I was told this after I deposited 10 cent euros into said non-​working machine. Oh for the love of fast food!

¿Preparados para viajar a cualquier encantador pueblecito estadounidense de los años cincuenta? ¿Sois unos fanáticos de películas como «Grease»? Pues Peggy Sues es vuestro restaurante. Este local propone todo un viaje en el tiempo sin cinturón de seguridad. En cuanto entres tendrás la sensación de ser uno de los protagonistas de «American Graffitti» y de haber retrocedido en el tiempo más de cincuenta años, sin necesidad de la máquina de H.G. Wells. El Peggy Sues es un local naïf, fugado de cualquier estampa USA de la época. Podrás emular a los protagonistas de tus cintas favoritas y tomar una hamburguesa, acompañada de una limonada riquísima ¿Quién quería sentirse como Danny y Sandy?
Lo conocí hace poco gracias a mi hermano que se empeñó en celebrar allí su cumpleaños y la verdad es que quedamos encantados. Los camareros que nos atendieron fueron muy amables, lástima que no llevaran los patines como en algunas cintas, para completar el cuadro. El local eso sí no es demasiado grande y sobre todos los fines de semana está muy concurrido por lo tanto es mejor que llaméis por teléfono para reservar y evitar el marrón de no encontrar mesa. A nosotros nos dijeron cuando llamamos que fuéramos al turno de las 21:30h, pero que por favor no nos demoráramos más de quince minutos, precisamente por la afluencia que os comentaba. Importante, no se puede ocupar la mesa hasta que no llegan todos los comensales. Por supuesto, comimos hamburguesas, acompañadas de pollo, y regamos el menú con la limonada rosa, que es deliciosa. Después nos tomamos un postre (brownie en concreto) increíble y la cuenta nos pareció ajustada y correcta.
Tienen en Valencia otro local en la calle Salamanca, 12 que muy pronto visitaré.

Decepción es lo que sentí cuando fui a cenar al Peggy Sue de la calle Quart…
Me emocioné mucho cuando vi que lo abrían porque me encanta la película Grease, la estética de los 50 e incluso me gustó mucho la peli Planet 51 por cómo está ambientada, así que convencí a mis amigos para cenar allí e incluso llamé para reservar y no quedaba nada, así que tuvimos que hacer cola mucho rato, pero yo no me iba a otro restaurante a cenar, quería sentirme Sandy por una noche, y un poco más y hasta me visto rollo de la época, pero habría sido abusar…
De ahí que mi decepción fuera más grande por todas las expectativas que había puesto en el Peggy Sue cuando por fin nos sentamos en un sofá de esos tan guays, pedimos, nos trajeron la comida y… uf, no era lo que esperábamos. Raciones pequeñas y lo peor, se notaba que eran productos congelados. No sé, yo si salgo fuera a comerme una hamburguesa espero que sea una que no me pueda hacer yo en casa, que esté sabrosa, que el pan esté buenísimo…pero no fue lo que nos encontramos en el Peggy Sue. Me pareció caro para lo que te dan de comer, que puedes degustarlo en cualquier cadena de comida rápida o incluso en puestecitos de perritos calientes que hay por la calle.
En mi opinión, no se puede cuidar tanto la estética y tan poco la comida, que al fin y al cabo la gente va ahí a cenar, no a hacerse fotos. Por muy chulo que sea el sitio no creo que volvamos, prefiero mil veces otros restaurantes peor decorados pero con mejor calidad de comida, que es de lo que se trata, de salir a comer bien. Una lástima.

He estado varias veces en Estados Unidos por la cercanía que hay con México y nunca puede conocer un sitio cuya temática hiciera alusión a los restaurantes que existieron durante la época del famoso «American Way of Life», donde los chicos y las chicas de los años 50 y 60, que utilizaban exóticas gafas de colores al más puro etilo de Elton John, y se reunían en los autocinemas comiendo palomitas y tomando malteadas o inmensos vasos de coca cola fría, hasta que, paradójicamente, llegué a Valencia y puede comer por primera vez un Hot Dog de 26 centímetros, o un sandwich de pollo como se hacían en esa norteamérica pujante económicamente, o las famosas malteadas de fresa, chocolate y vanilla.
Si has visto la serie de televisión «Los años maravillosas»; aquí te aseguro que encontrarás tu lugar.