Admiro con fervor la cultura alemana. Ahorré para comprarme un Volkswagen, he viajado repetidamente a Alemania y cuando España quedaba fuera en cuartos del Mundial de fútbol, siempre iba con los bávaros. Ni que decir tiene que la cerveza germana también es una de mis pasiones. Mi tripa da fe de ello. Pues bien, paseando a mi perra cerca de casa de mi suegra, me tope con un local, bastante escondido en la calle con un rótulo llamativo: «Pastelería y Panadería Alemana». Después de pasar varias veces por allí y muerto de la curiosidad, decidí entrar, aunque fuera para ver que se cocía dentro. No es una panadería al uso, ni está llevada por alemanes bonachones con sus bigotes amplios tapandoles la nariz. Un hijo de madre alemana lleva la tradición pastelera bávara en un gran taller artesanal pero un pequeñito mostrador al público. Aquí, en el peqeño mostrador hay una muestra de viandas en la que la estrella es el Strudel(postre de manzana). No te encontraras un strudel igual, la pasta está hecha con la receta auténtica y no te encuentras hojaldre correoso o extracrujiente. Lo pruebas y viajas a Alemania. Pero su verdadero plato fuerte es la selección de pasteles. De momento sólo os puedo recomendar la tarta sacher. Un bocado de los dioses con el que me he deleitado en varias ocasiones. El siguiente paso será la de queso que tiene una pinta extraordinaria. Todas ellas a un precio asequible, unos 20 euros el quilo. Además, el dueño es super amable y te dará todo el palique y la ayuda que necesites. Muy recomendable.