Quinifo

Hace algunos años, la clínica Aachen se amplió con un local adyacente en el bajo de al lado, que complementaba su servicio de atención sanitaria para animales con una tienda que es a la vez peluquería. Había todo tipo de accesorios para mascotas, así como algunas para comprar allí mismo.
Hasta aquí todo normal. Entonces mirabas el escaparate. Emús, suricatos, cerdos, mapaches y hasta un zorro ártico era el surtido de «mascotas» que se exhibían en los amplios ventanales junto a los típicos periquitos, roedores y tortugas. Esto es marketing visual y lo demás tontería. Y, como poco, inquietante.
Algún tiempo después, el sitio –bastante amplio, por cierto– se convirtió en la ya clásica tienda de animales modo almacén. Todo revuelto, desordenado, sin desembalar o directamente tirado por el suelo al más puro estilo Bershka hacía pensar que esa inspección de la Protectora de Animales que todos esperábamos había llegado.
Hace poco más de medio año, acabé los estudios y volví al barrio. Se me ocurrió comprar un hámster y fui allí, por el simple hecho de que el resto de tiendas que me sonaban de vista por estas calles habían desaparecido durante mi ausencia. Me encontré una tienda renovadísima, con todo muy bien colocado, animales domésticos de verdad y un dependiente que no es que sea guapo pero a cada palabra te enamora. Es de esas personas que enseguida te transmiten seguridad por su forma de hablar, se nota que sabe muchísimo y es tan dulce que te dan ganas de dejarle al perro, al gato, y hasta quedarte tú a que te peine.

…un día tienes que mudarte, agarras todos tus cacharros, incluida la jaula de las cobayas y te vas del barrio donde ya medio tenías ubicados todos los servicios, llegas a tu casa nueva y se te termina la comida de las cobayas y el heno, los bichos no paran de chillar «cuiii cuiiii cuiiii cuiiii» y te das cuenta que la tienda de mascotas que tenías antes ya no está tan cerca, además es verano, llamas y está cerrada.
Saliendo así a la loca de casa a buscar algo, di por casualidad con esta boutique animal, que además es peluquería de gatos y perros; muuuy llamativa, pues en un ventanal, al lado de la puerta tenían una jaula como con 6 o 7 suricatos que de por sí ya te hacen pensar «Hakunamatata» …y de verdad que entras y te despreocupas, tienen de todo y lo mejor, comida de conejos, cobayas y hámster preparada por ellos mismos y a buen precio, a mis bichos les encanta.