Real Club Náutico de Valencia

Ya desde pequeña, cada vez que íbamos al Perelló en coche desde Valencia veía los carteles en la rotonda de Pinedo que indicaban «Real Club Náutico de Valencia» y siempre había sentido curiosidad. La primera vez que fui era con motivo de la comunión de mi hermana mayor. Como tenía tres años no recuerdo gran cosa, aunque sí que hay fotos que lo atestiguan y un menú impreso muy gracioso, con tipografía ochentera en el que hasta recuerdo algo esencial: paella valenciana, como plato principal. Se trata de un espacio muy amplio con varias construcciones, el acceso es por la antigua carretera de El Saler, justo en el desvío de la rotonda donde ya te mandan al ZAL, ese espacio de descarga de barcos enormes que vienen (muchos) de otros continentes.
Cuando llegas ves una garita con un conserje que te indica dónde puedes aparcar según la zona a la que vayas. Si vas al edificio principal porque vas a visitar algún barco, a comer o simplemente de visita, puedes aparcar en el aparcamiento principal y pagar una cuota que desconozco. Si vas a la escuela de vela, mejor pregunta al conserje, porque te recomiendo que vayas en coche, ya que se encuentra más apartada (sin estar lejos), pero es más cómodo ir en coche, claro. En cuanto al restaurante, fui a comer con unos periodistas del mundo de la vela hace un par de años y nos casaron un menú de lo más apañado. Se componía de varios entrantes a modo de tapeo con ensaladas, calamares, boquerones… Recuerdo que todo me pareció muy fresco y bien cocinado y que la atención me encantó ¿pueden ser más simpáticos? Mmm, serían payasos, no camareros.
El plato principal, como en la comunión de mi hermana, fue un arroz, pero esta vez a banda y muy bueno. Se trata de platos valencianos de mercado y bien cocinados, yo os lo recomiendo para comer con la familia y disfrutar de las maravillosas vistas que tienen.
El Club Náutico, además, tiene múltiples actividades para los socios. En otra ocasión, vine de visita con la Unilocaler Paz N, que es socia, y todavía me enteré de más cosas: paddle, tenis, fútbol, natación (sí, hay una buena piscina) y hasta guardería para niños, espera ¡que hasta quieren montar un equipo de triatlón! ¿comor? Pues sí, tal es la iniciativa y las ganas del equipo del RCNV.
Sus instalaciones acogen premios de vela de gran importancia tanto en la Comunidad Valenciana como en el resto de Europa, como lo es el trofeo de vela de S M La Reina, que desde los años 90 lleva atrayendo a nuestras costas regatistas y equipos de alto nivel para competir en las aguas del Mediterráneo. El propio Rey Don Juan Carlos, S A R la lnfanta Doña Cristina o El Príncipe Felipe han competido en esta regata de la Clase Crucero.
En su escuela de vela, niños de todas las edades aprenden a navegar en pequeñas embarcaciones como el optimist, y hacen amigos a la vez que se divierten y practican deporte. En la zona de la escuela, también hay un chiringuito súper apañado para disfrutar de un refresco o bocata mientras los pequeños surcan las aguas, o simplemente para regalarse un aperitivo frente al mar.
Ya lo he dicho al principio de mi reseña, aquí puedes celebrar eventos de toda clase como: bodas, comuniones o comidas y cenas familiares. Solo tienes que acercarte y preguntar o hacer una llamada de teléfono. Pero si además te gusta el mar y tienes curiosidad, no hay que tener barco para navegar y nunca es tarde ¿os animáis?

Lo conocí hace un par de años, aunque hace mucho más que sabía que existía.
Fue cuando la familia de una amiga nos invitó a la piscina y a comer allí un verano.
La verdad es que tienen una piscina genial. Bueno, tienen varias; una grande y creo recordar que otra más para los más pequeños. Comimos en una zona de sombra y luego nos tomamos un helado en la cafetería.
Pasamos un día genial y se estaba de maravilla. Y sobre todo, no había casi nadie.
En el tema de las embarcaciones, cuotas, etc. no tengo ni idea. Y creo que si no eres socio, no puedes entrar a menos que te inviten.
De todas formas, si es por bañarse, la playa está muy cerca.

Yo, es que es oír la palabra club y no poder pensar en positivo. Me vienen a la cabeza las palabras de Groucho Marx: «Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo»
En este caso estoy más que salvada, porque no cumplo uno de los requisitos mínimos necesarios para formar parte como socia de este club; no tengo una embarcación de vela ligera y tampoco sé tripularla, ni esa, ni la de crucero.
Por lo demás, mi siguiente problema probablemente fueran las cuotas que hay que pagar para ser socio. Como socio de paso o transeúnte deportivo (y para qué saber más si no tengo posibilidades de ser ningún otro tipo de socio) sólo para darse de alta, 4500 €.
El club tiene más de cien años de existencia y centra sus actividades, principalmente, en la organización de competiciones deportivas y en poner sus infraestructuras a disposición de socios o interesados en participar en alguna de ellas: escuela de pesca, de vela, gimnasio, carpas, piscina, pista de tenis, entre otras cosas, y por supuesto zonas de amarre.
Mi contacto con este club se hubiera dado sólo en algún universo paralelo, si no fuera porque allí trabaja mi amiga Amaya. Una amante del sol, la playa y del verano, con bronceado de anuncio todo el año. Es posible que la vida nos conduzca a cada uno, finalmente hacia el trabajo perfecto, ese que llevaba años esperándonos. Al menos la vida lo ha hecho con Amaya, porque ella allí está encantada.
Mi otro contacto con la navegación fue a través de un profesor de documentación. Según él, antiguo marinero. Con embarcación propia y pasión por la mar.
Fuera de estos dos contactos, mi relación con el mar se reduce a que me gusta la playa para nadar en verano y para observarla y pasear por ella en invierno. Lo de navegar lo dejaremos en que me mareo hasta en un ascensor.