Lejos del gentío turístico de los locales del Mercado da Pedra, subiendo las cuestas, la Guindi se sintió atraída por la fresca y romántica terracita del bar Chavolas. El local es bastante grande, ya que da a dos calles. Por detrás, la terracita, con su fuente y todo de piedra. Dentro, dos salones donde disfrutar de la gastronomía. La atención es exquisita, y cuando te traen la carta con precios de lo más normales tu bolsillo suspira aliviado. Estuvimos tentados de coger la mariscada a 35 €, pero como no me va mucho el marisquito nos decantamos por las tapas. Sus dos especialidades son las almejas al ajillo y los chipirones encebollados, que tuvimos la mala suerte de que estuvieran agotados. Aún así, las croquetas de mero y langostino están riquísimas. El churrasco no está mal, pero se echa en falta el estar hecho a la leña, el sabor cambia ligeramente. Te lo sirven con una patata asada abierta a la mitad con mayonesa y con una salsa argentina. Pedimos también un chorizo criollo. La ensalada completa muy rica, pero también eché en falta la lechuga gallega. La cerveza es de grifo y la tienen en su temperatura ideal. Disfrutamos de dos 1906 de barril de cine.