Venga va… cinco estrellacas… que estoy que lo tiro… Hace poco, me pusieron una multa… si… una multa… ¿Culpa mia? si, lo reconozco pero en mi descargo diré que Zaragoza es una ciudad infranqueable actualmente… ríete tu de Madrid… Vas con el coche y «ops! esta ¿calle cortada? No estaba ayer». Das la vuelta y «#WTF? ¿que no puedo ir por esta calle porque están puliendo los desagües y colocándoles precinto rosa? ahaaaaa». Pues eso, que Zaragoza lleva desde después del verano que es un campo de minas y a veces te encuentras con que no sabes como salir del laberinto de calles cortadas, salvo haciendo la pirula de turno, y ahí, cumpliendo con su deber, los agentes de la autoridad… ZASCA! multa al canto. Lo asumo, culpa mía. Así que después de intentar pagar la multa cuatro veces(una por internet y tres en una oficina) en Ibercaja y no poder hacerlo(qué majos los señores de Ibercaja que sólo te ponen impedimentos para que tengas el placer de pagar tu multa al 100% y sin opción al 50% por«prontopago»), me dirigí hacia la central de la Policía Local de Zaragoza acordándome para bien(siempre para bien) de todos los progenitores y demás ancestros del señor que fundo la Ibercaja… Entré y pregunté y tras acceder a través de los arcos de seguridad, me encontré con que este edificio, que desde fuera se ve, cuanto menos raro, marciano y espacial, es moderno, confortable y que no, que no es un edificio, que son varios con diferentes y variadas funciones como por ejemplo, la de albergar la oficina de permisos especiales de la policía local, el negociado administrativo de la oficina de taxis, la sede de la policía judicial(atestados), la sede de la policía del Sector 4(Las Fuentes — San José — Torrero) y los barrios rurales… y entre otros más, la sede de la oficina de tráfico. Así que allí que entré, a pagar la multa… Me desahogué con la chica que estaba en la cabina que me correspondio y tras cruzarnos varias historias sobre Ibercaja en cuestión y aumentar nuestro mutuo entendimiento, procedí a pagar ¡por fin! la multa. Vaya chapa… ¿no? pues esta chapa se la solté a la policía de la entrada y a la chica de la oficina de tráfico y la aguantaron estoicamente con una sonrisa en los labios… de ahí mis 5 estrellas. Recibí un trato agradable, educado e incluso cercano, lo cual se agradece enormemente en las instalaciones de la policía en las que habitualmente te sientes algo incómodo… Diría que volvería, pero casi mejor que no…