CCCP

Rica comida. La primera vez fuimos a comprar para llevar y nos atendió uno de sus dueños (o el marido de la dueña), muy amable, nos invitó una copia de vodka y charlamos. Pedimos en esa ocasión unos pelmenis (pastas) y una papa rellena, todo muy rico, suficiente, no abundante. Luego volvimos a cenar al local y no pude probar el lomo al strogonoff, no había, pedí una kotletas de pollo, ricas pero el acompañamiento no lo fue. Y mi pareja pidió varenikes (no fueron los mejores que probé, les faltaba salsa). El postre, una torta húmeda, Rica aunque la salsa muy artificial. Esta vez falto el vodka, pero tomamos un rico vino a buen precio. Creo que volvería si hay buenas promos nomas.

Sólo diré que la porción de cerdo a la mostaza con papas rústicas era tan grande que nos quedamos mirándola antes de atacarla. Y la jarra de cerveza para acompañar era de más de litros y medio. Así nos impresionamos. El cerdo se deshacía, las papas son las mejores que probé fuera de las caseras.
Sobre el lugar, es un pequeño restó en San Telmo con muchas imágenes icónicas de la idea que tenemos los occidentales sobre la URSS. Tanto la moza que nos atendió como los dueños son claramente rusos, de hecho cuando me tomó el pedido me corrigió la pronunciación.
Bastante tranquilo, música rusa moderna, propuesta en el menú bastante interesante, con algunos productos ya conocidos por el paladar porteño y otros completamente diferentes. Muy buena atención, mientras estuvimos entraron algunos rusos y ya saben que donde van los compatriotas, la comida es buena. Abundante en todo sentido, con precios más que acordes.
Para ir a conocer algo diferente en una zona tranquilísima. No apto para gente que quiere algo rápido y paladares adictos a la milanesa; esto es otra cosa de verdad. Vayan mucho así no se funden: P

Novedad en el barrio y creo que en la ciudad, no por su comida rusa (algo ya visto y hasta novelado en «bolsillo de cerdo» de Federico levín) sino por su propuesta de ambientación sovietica. Si bien la infaltable mamushka dice presente, también lo hacen los cuadros de Lenin y Stalin, como las banderas comunistas que cuelgan de las paredes. Su personal enteramente ruso le da el toque final.
En cuanto a la comida, es lo ya visto en la cocina de esas latitudes (varenike, pirogi, etc) aunque en una buena presentación.
La mala es el calor, no hay ventilación y es un poco agobiante. Pero si te sentías excluido de Perón Perón y queres reivindicar tu izquierdismo de clase media, es el lugar indicado.