Chabrés Bar de tragos

Quiero recomendar este lugar para los amantes de los tragos, Oscar que es su dueño hace los mejores tragos que probé, Excelente. Ahora también hay cerveza tirada y artesanal que es un buen complemento pero la vedet del bar es el trago.

A Oscar Chabrés lo conocí el día de su cumpleaños, con torta incluída, caí en su bar por recomendación de un amigo y fue literalmente una fiesta para todos mis sentidos.
Leí las reseñas anteriores así que sabía que estaba en manos de un barman experto, lo que no imaginé nunca e fue la delicia que iban a resultar los tragos de su autoría.
Me lancé con todo hacia dichos tragos y no me defraudaron en lo absoluto, es más, ocurrió ese momento mágico donde, al no saber cuál elegir, Oscar me pidió que lo deje en sus manos y créanme que no me equivoqué en aceptar… ¿qué tomé? ni idea, pero estaba increíble.
La segunda vez que fui, Oscar justo tuvo un compromiso, así que nos atendió José, su hermano, y Leandro, el pequeño Padawan (gran aprendiz, le aguro un futuro brillante).
La experiencia fue igualmente grata, tragos de primer nivel, igual que la atención y la compañía. Para que entiendan de qué hablo, Chabrés es el bar al que va la gente del sector gastronómico, simplemente porque saben que están en excelentes manos.
La onda es tranqui, música a elección de los clientes prácticamente, y al ser una barra gigante, terminás hablando con todos como si fueran amigos de toda la vida.
Sin dudas es una perlita en microcentro que pocos conocen, pero les garantizo no deberían dejar de ir a probarlo, con seguridad puedo afirmar que van a volver.

Este es un bar de esos a la antigua, chiquito pero con una gran barra en forma de U en la cual se pueden sentar unos cuantos. La onda es que un tal Chabrés (que también le da nombre al lugar) parece haber sido uno de esos famosos bartenders de la ciudad que aquí puso su bar propio.
La cuestión es pasar acá por unos tragos, más que nada los clásicos, aunque también hay uno que otro de la propia autoría del dueño del bar. Pero vamos a lo importante, los tragos son excelentes, en este lugar habré probado uno de los mejores Mojitos que tomé en mi vida y se nota que están preparados con toda la dedicación posible.
El local es atendido por su dueño y sinceramente el trato con los clientes es bastante amable y cordial, por lo que realmente vale la pena la experiencia de pasar por Chabrés. Eso sí, vayan con unos buenos mangos porque los tragos no son nada económicos, ya que están entre $ 90 y $ 120, pero posta que valen la pena, encima el bar es más que agradable.

Cuenta la leyenda (urbana) que toda persona que se precie de buen bebedor tiene que pasar por lo de Oscar Chabrés. Creo que es cierto.
El maestro Chabrés se puso su local propio, que es más bien una barra en microcentro, austera y medio bizarra, pero con mucho corazón. Te atiende él mismo, con gran amabilidad y prestancia. Si se da la charla, te cuenta cómo fue bartender de una barra de reconocido hotel durante muuuchos años, hasta que se largó por su cuenta.
El lugar abre siempre, aún los lunes cuando cierra la mayoría del rubro gastronómico y, según Chabrés, vienen los colegas a beber un trago.
La especialidad de la casa: coctelería clásica. Hay que probar el Old Fashioned, pero también pueden pedirse un Kirk Royale o un Mojito, y después me cuentan. Los precios arrancan desde $ 90, pero vale la pena por verlo a él ponerle toda la onda –y la experiencia– al preparártelo.
El local es pequeño y no es para exigentes; nada de hipsterismo ni lujos, pero tiene su encanto. Sirve papas fritas y alguna cosita para picar y acompañar. Podés elegir la música que suena y también algún dvd de recitales. Todo efectivo.
Abre hasta tardísimo y siempre es una gran opción si están de paso por el centro porteño.

Es un bar muy old school pero no confundan old school con moderno o hipster, es todo lo contrario.
Si bien es refinado y clásico, este bar old school está bajo el mandato de Oscar Chabrés que es un ícono de la coctelería porteña. Este lugar tiene una vieja barra donde se siente el peso de antaño del lugar.
Se pueden pedir los más variados tragos aquí y aceptar sugestiones del bartender. Creo que la buena onda es lo que hace que este lugar sea mágico.
El lugar si bien es muy estilo oldy, no es para nada trendy. Es para ir con ese amigo que sabes que va a tener la misma onda que vos al entrar al lugar.

No por nada al maestro Oscar Chabrés se lo conoce como el decano de los bartenders porteños. Siempre sonriente, siempre elegante, siempre con la palabra justa, parece sacado de atrás de la barra de alguna película clásica: sólo le falta el moñito.
Su bar, Chabrés, lejos de los circuitos, de día es un comedero de oficinistas (queda a la vuelta de Florida y Lavalle, pleno centro porteño) pero al caer el sol bajan las luces y se convierte en uno de los secretos mejor guardados de la noche porteña.
En la barra en forma de herradura pueden verse parejas, hombres solos con sus corbatas aflojadas después de una jornada de trabajo, algunos bartenders que quieren alejarse de sus propios bares e ir a tomar un trago bien hecho en una atmósfera tranquila.
Lejos de cualquier pretensión de glamour, es un espacio pequeño y despojado, como esos bares donde los detectives privados de los policiales de antaño sorbían su trago mientras repasaban un caso. Algo similar pasa con la carta: no tiene la variedad ni la originalidad de los lugares surgidos en los últimos años, sino la sencillez de los clásicos: hay Martinis, hay Gin Tonics, hay Old Fashioneds y probablemente el mejor Manhattan de la ciudad.
Si querés impresionar a una chica, llevala a la Florería. Si querés salir con amigos, vayan a Duarte. Si querés beber un par de tragos en silencio, cruzar unas palabras con el barman y sentir por un rato que estás en unas sucursal fantasmagórica del Rick’s Café, dale una chance al maestro.