Helueni

Quizás esta review sea un poco injusta porque no probé las lajmayin y dicen que la rompe pero fui a comprar a Helueni por primera vez con toda la expectativa y sali decepcionado.
Compre 3 cosas Hummus, Hojas de parra y unos bollos o boios de queso. El Hummus estaba medio aguado por decirlo de alguna manera y creo que le faltaría un poco más de tahini que después de todo es parte de la magia, además quizás un poco más de sabor para que sea especial, no es que fuera feo pero la sensación era de poco. Las hojas de parra estaban recién hechas y se veían bien en la olla gigante pero cuando las probé me paso lo mismo que con el Hummus poca sorpresa y más decepción. Finalmente los boios si bien tenían queso casi nada de gusto.
Voy a darle más oportunidades especialmente porque me putearon amigos por no comprar lajmayin y ahí será la prueba definitiva, aunque si fallas en el hummus ya no te miro con tanto cariño

Vivo a metros de Helueni y la verdad que he pasado tantas veces x la puerta sin lograr tentarme demasiado… Hasta que un día inocentemente probé su comida!
El hummus de garbanzos es una de las mejores cosas que he probado!
Otros se mis preferidos son el sambusak y los fatay!
La verdad que es para dejarse llevar y animarse a algo distinto, xq a veces… Las apariencias engañan!

El mejor Hummus del país. El mejor quibe. El mejor abierto. El mejor sambusack lejos. El mejor keffir.

Viajaria a argentina sólo por los lajmayin que tiene aca. Son para chuparse los dedos. Increíbles. Podria estar 8 horas haciendo un review de lo ricos que son pero prefiero usar el tiempo para ir hasta alla y comerlos.
Los boios son muuuy buenos y el hummus de los mejores que he probado alrededor del mundo. Me falto el Baba Ganoush o pasta de berenjenas. Los kippes no son lo mio pero no están nada mal.
Helueni sin duda es de los mejores turcos.

Si verdadera comida árabe estás buscando a Helueni tendrás que ir.
Por sugerencia de Unilocal llegué a este lugar a tres cuadras de la facultad y me tiré a la pileta buscando algo sin carne.
Absolutamente toda la comida se veía tentadora: los muarraks, los boios (que es mendocino para BOLLO, a mí no me engañan), las fatay… incluso los condimentos, difíciles de conseguir en otro lado, que abundan ahí.
El único defecto que les hallé fue que estaban (o son) medio desatentos, uno tiene que hacerse escuchar para que lo atiendan. Y bueno, también que fuese más espacioso porque si hay algo que me gustaría es quedarme una tarde a estudiar saboreando un café turco.
Mi abuelo libanés aprobaría con dos pulgares este lugar.

Yo aprendí a cocinar al mismo tiempo que aprendía a leer, mirando a mi bisabuela, nacida en egipto, de ascendencia sefaradí europea. Los platos eran hummus, niños envueltos, kebbe. Y eso me dejó la vara un poco alta a la hora de ir a buscar comida de medio oriente en un restaurant.
Helueni está a la altura: todo lo que sirven es fresco, está rico, hecho con ingredientes de primera y recetas tradicionales. Tanto para llevar como para comer de dorapa en la barra, es una buena opción cuando uno anda por el barrio.
Como extra, la posibilidad de comprar elementos necesarios para estas recetas en tu casa, desde el bahrat hasta el tahini, pasando por hojas de parra y otros alimentos que no se consiguen en cualquier lado.

Como buena judía de ascendencia siria tengo que saber reconocer cuando la comida árabe que no es de mis abuelas es buena. Y déjenme decirles que «Helueni» tiene los mejores sabores del mercado: lahmayin (empanada árabe abierta), bohios de verdura, kipes y sambusaks (empanaditas de queso), absolutamente cada calentito vale una peregrinación al Once.
El pequeño local de Córdoba es el mejor de todos los que llevan su nombre. Es chiquito pero tiene una barra para comer rapidito y los más ansiosos no tengan que que esperar para degustar su compra. También se pueden encargar bandejas y llevarlas para freezar. En épocas de fiesta judía, es mejor hacerlo con tiempo.
Además, ofrecen potes de humus, tabule y bazargan (dip hecho con trigo burgol y tomate), ideales para entrarle con pan árabe calentito.
Visitar el pequeño local de la Avenida Córdoba es tan sangrado como ir al templo.

Cuando entre, ya sabía lo que quería, bois de queso, que es una bola de harina rellena de leche cuajada con un condimento que tímidamente simula un picante, y un sabor muy difícil de expresar con las palabras y con la escritura más aún.
Los hombres que atienden, tienen la misma apariencia, con una nariz puntiaguda y el rostro moldeado con toque de varita árabe. A todos les sobra amabilidad, saben lo que tienen su local, se niegan a sumar tecnología a sus vidas, hacen las cuentas con una calculadora a rollo de papel, con teclas grandes y duras, con unas palancas pegadas a la parte superior. El aparato termina su cansado cálculo, y el hombre arroja sobre el mostrador el valor de lo que llevas, le das el billete, y el hombre devuelve un cambio con mucha velocidad, así son sus movimientos.
Cuando me dí vuelta para retirarme con mis bios envueltos, leí en la entrada que tienen labneh, y antes de que termine la pregunta, me explicó que es un extracto de queso con yugour sin sabor, a 35 pesos los 40 gramos. Cuando terminé de procesar la información, simplemente pude decir, ajam… Mientras el televisor estaba a todo volumen con el partido de fútbol del torneo local y nadie le prestaba atención, incluso ante un gol.
Cuando me retiré, sentí la pregunta de si lo que estaba comiendo era realmente original del lugar donde dice venir, las preguntas llenan tus gustos con el primer bocado, eso no se puede negar.