Farinelli

Muy buen ambiente. La atención es piola con todo a la vista y fácil de elegir
La comida es muy simple y sabrosa
Muy rico el jugo de naranja!!!

El lugar es un 10. Hermoso adentro y mesas en la vereda. No tienen carta, tenés que ir al mostrador y elegís lo que tienen ahí, lo que da la pauta de que todo es fresco. Una vez que pedís, te lo llevan y cuando terminas de comer, vas a pagar a la caja. Las porciones son generosas y lo que más resalto es la calidad de la comida.
El café con leche es una taza grande como corresponde! Y el jugo de naranja es exprimido literalmente, en un vaso también grande. Esas cosas me caen bien.

Salimos en busca de un Brunch y sobre la calle El Salvador nos encontramos con unas lindas mesas en la vereda al sol y un muy lindo lugar por dentro.
Lamentamos que no tengan opciones de Brunch, pero lo armamos nosotros!
Dos café con leche Illy, jugo exprimido de naranja muy fresco, torta de vainilla y limón, tarteleta de frutilla y pastelera y un sándwich de milanesa, rúcula y tomate seco.
Muy rico todo, súper fresco y bien presentado.
Lo recomendamos y volveríamos.

La primera palabra que me surge es decepción. Solíamos venir a este lugar cuando era La Salamandra… Tenia comida de muy buena calidad y el servicio era bueno.
Entramos al ahora llamado «Farinelli» y para nuestra sorpresa había cartelitos por todas partes indicando que había que concurrir al mostrador para hacer el pedido… En ningún lado vimos un menú siquiera…
Pedimos los cafes sin saber precios ni variedades y elegimos unas porciones de torta que por suerte tenían cartelito con nombre y precio. Precios ásperos por el tamaño de las porciones.
Si bien la comida fue rica, la verdad que no volvería. Prefiero los lugares en que te atienden y pedís a sabiendas de lo que vas a pagar. Ademas, si uno compara los tamaños de las porciones con las de otros lugares, estas son una muestra!

Normal, muy normal. Lugar lindo, bien puesto, limpio.
Hace mucho que no iba, tanto que la última vez que fui, había BRUNCH. Ahora no hay más. Fue una lástima, iba saboreando y pensando en comer huevos revueltos o benedictinos.
Cuestión: no tiene más brunch, la comida ya está hecha, puesta en un mostrador muy bonito, la elegís y te la llevan a la mesa. Rica, pero nada del otro mundo.
La atención muy buena.
A mi gusto, es caro para lo que se come, ya que el tamaño de las porciones es más bien chico y si o si hay que pedir dos o tres cosas.
La parte de dulces, excelente.

El lugar es lindo, la comida es rica, el servicio es una cagada.
Llegamos el sábado abajo de la lluvia y con un hambre que me comía un elefante al trote. Lo primero que ves cuando entrás es el mostrador con todas las opciones de comida. Todo tiene una pinta espectacular. Había dos o tres opciones de sánguches, unos bocaditos de polenta con hongos, dos o tres ensaladas, pastel de cordero y mil cosas dulces para comer.
Nos pedimos un sánguche de milanesa ($ 50), otro de brie con rúcula y nosequé ($ 50), dos porciones de pastel de cordero ($ 60), una porción de ensalada de rúcula, higos y queso ($ 50 creo), unos de esos bocaditos de polenta ($ 30) y limonadas para tomar ($ 50). Todo estaba increíble: la ensalada súper fresca, el pastel tenía el cordero picado a cuchillo que se te deshacía en la boca, los sánguches bien crocantes. El bocadito estaba rico, pero no era una locura. De postre pedimos una porción de tiramisú para compartir, que la verdad que no estaba muy buena, el sabor no era de lo más logrado, y la crema estaba aguada, parecía de esa crema artificial horrible que comen los fundamentalistas de la dieta. A mí dame calorías.
El servicio estuvo más o menos, los chicos no se ponían de acuerdo entre ellos. Cuando nos llevaron las cosas a la mesa se olvidaron de la mitad del pedido y tuve que ir a buscarlos para que me lo den. Todo fue de mala gana.
La comida salió casi $ 500. Eramos 4. Me pareció bastante caro, si bien los precios eran los normales de todos lados, las porciones son la mitad. Vayan comidos.

Este es el tercer Farinelli que visito y es la primera vez en la nueva sucursal de El Salvador. El lugar es donde anteriormente estaba La Salamandra, un espacio de tamaño medio y buena luz natural. Más allá de la propuesta gastronómica, se nota que todavía le falta una vuelta de tuerca a la operación, pero seguro lograran mejorarla en los próximos meses a medida que el personal sume horas.
Respecto a la comida, pedimos el sándwich de milanesa (un clásico de Farinelli) que estaba muy bueno, la tarta de queso de cabra y hongos que también estaba muy bien y una ensalada de espinacas y calabaza que estaba un poco desabrida. De postre comimos la tarta de manzana que estaba muy buena) creo que lo dulce es donde mas parejos están respecto a calidad).
De beber pedimos una limonada y un agua (pedí limón con el agua y me dijeron que iban a consultar …). Luego pedí un espresso doble y vino un café con leche … Pequeñas cosas que seguro irán mejorando.
Siempre tienen además platos del día, como hoy que había sopa de verduras, arroz con albondigas y coliflor gratinado., también tenían polenta como siempre que esta buenisima