Arteca Bar

Arteca es un ambiente distinto para el encuentro. Conocí este lugar hace muy poco, cuando una amiga decidió hacer su cumpleaños-​merienda allí. Normalmente, íbamos a su casa a la tarde a comer la torta de chocolinas que hacía su madre y a tomar alguna infusión en el jueguito de te chino de su abuela. Pero desde que se mudó al centro, sus mañas para la repostería no mejoraron y, siendo que su madre está a varios kilómetros, decidió que otro lo haga por ella.
Si bien el lugar es chico, nosotras éramos pocas y no pudimos ubicar muy bien. La decoración lo es todo. Sobre las paredes hay cuadros muy lindos colgados y en las repisas el arte sigue. Varios objetos decorativos que hacen de éste un espacio cálido y amable. Ah! También hay una tienda de objetos que sigue con la línea estética del lugar. No pude traerme todo lo que deseaba.
Para comer nos compramos una merienda completa con torta, (porque un cumpleaños sin torta no es un cumpleaños). Pasamos un buen rato en el lugar. Volvería con gusto!

En Arteca se combina café y arte en un mismo espacio; un mix que, como ya mencioné en otras reseñas, me vuelve loca! Es un bar chico, con capacidad para no más de 20 personas, pero la acertada decoración lo hace muy acogedor. Cuenta además con un pequeño patio para disfrutar al aire libre.
Sobre el blanco de las paredes hay verdaderas obras de arte realizadas por sus dueñas (madre e hija) y repisas que exponen objetos de porcelanas, velas, frascos de galletitas, flores y otros objetos. Las sillas tapizadas con diseños florales varios y las coloridas macetas son las cosas que más me gustan de la ambientación.
La iluminación merece un párrafo aparte. Las antiguas y lujosas arañas son el centro de atención; pero también hay lucecitas, de esas que usamos para decorar los árboles de Navidad, esparcidas sobre las repisas que le dan un toque divertido al bar.
La pastelería es muy buena, y el café, riquísimo. Muy recomendable para una merienda completa, y también para festejar un cumpleaños distinto. Y la gastronomía se combina con el shopping: entre las creaciones de Arteca, objetos de diseño que están a la venta, podés encontrar desde delantales, individuales y manteles, hasta macetas, cuadros, osos de peluche y pulseras.

Pasé un par de veces por este lugar, y lo fiché como «el lugar tierno de calle Moreno». En un capítulo más de «Mi novio me mima y soy una malcriada», me preguntó a dónde quería ir, y me acordé de este lugar.
Si de afuera de ve tierno, de adentro lo es aún más! Tiene muchos muchos rinconcitos lindos, un sectorcito para leer, otro con artesanías a la venta, es divino! La decoración es muy bonita, a base de pequeños objetos, y artesanías. Las mesas y sillas son todas distintas, lo que le pone un toque especial. así como cuando te traen las tazas, y azucareras, también son todas distintas.
Merendamos ahí, yo comí medialunas, novio torta de ricota, ambos café, estaba todo muy rico, y no me pareció caro, definitivamente, lo lindo del lugar es el ambiente sobre todo.
Dato: cuando estaba ahí, vi un cartelito de que se puede reservar para cumpleaños.

El día que me llevaron a este barcito, yo nunca lo había visto (me muevo sobre todo en colectivo y ninguno de los colectivos que uso habitualmente pasan por delante de él). De hecho ni siquiera había oído hablar de ningún barcito boutique en esa zona y mi acompañante no sabía el nombre. No recuerdo si ese día miramos el cartel con el nombre o no (está sobre la puerta, en un trozo de tronco tallado) pero la verdad es que para poder buscarlo el Unilocal tuve que recurrir a Google Maps y rastrearlo por su ubicación. Así de pésima soy.
Lo que sí recuerdo es mi experiencia en ese local. El lugar es pequeño pero acogedor y cálido, repleto como está de objetos de decoración que son en parte sólo decoración, y en parte artículos de diseño a la venta, originales y coloridos. Apenas entrás hay una mesa grande y redonda con varias sillas, que si vas en grupo es genial, y si vas sólo o con alguien más probablemente tengas que compartir con otros. Ahí está también el mostrador, y del otro lado de una especie de columna hay un par de mesas más. No muchas, en total las suficientes como para que doce o quince clientes merienden cómodos y sigan su camino.
Merendamos café y té con jugo de naranja y alfajores de maicena caseros, riquísimos. El café lo trajeron con su bandejita y su tetera, un encanto. Las tortas y bocados de pastelería están expuestos en un pequeño mostrador contra la vidriera, como para que lo veas desde afuera y te tientes. Adentro hay un aroma a café y horno que hace imposible no sentirte como en la sala de tu casa.
Para mi gusto personal es demasiado chiquito, y con todas las cosas que tiene por todos lados me sentía un poquito encerrada. Tampoco me gustan mucho los locales de té con vidriera (prefiero los que son tipo casa vieja, donde las ventanas elevadas te resguardan de la mirada de la gente que pasa fuera), ¡y nosotras justo nos fuimos a sentar contra el ventanal! La verdad es que no teníamos otra opción porque todas las demás mesas estaban llenas. De todas maneras, un muy lindo lugar para tomar algo, relajarse y pasar un buen momento.

De la conjunción entre Arte y Café, pero sobre todo también del buen gusto, inauguró hace ya unos dos años aproximadamente, ARTECA. Un bar en cual más allá de darte la posibilidad de tomar el té a las «five o´clock», te muestra un sinfín de objetos de diseño, en porcelana y otros materiales, que podrás comprar mientras disfrutás de un café o alguna bebida para hacer un break en la jornada laboral de la semana. El lugar, es chico, pero acogedor. Si tuviera que compararlo con algún bar de estilo parecido, diría que tiene aires de ser la competencia de Amelie (otro bar de diseño de la ciudad). El ambiente relajado, de techas bajos, y música a la altura de las circunstancias, hacen de Arteca uno de los locales que mejor saben fusionar las cuestiones artística del diseño de objetos, música y arte culinario (cuando pidas un café, vas a darte cuenta de lo que estoy hablando. Son riquísimos). No es un lugar popular, está lejos de ocupar el lugar común de los bares del macrocentro, cortándose de ellos, es decir, imponiendo la distinción de ser un bar cultural, y de precios accesibles al alcance de cualquier persona que disfrute de los momentos artísticos acompañados por un rico café.