Es un local pequeño a lo mejor con unas cuatro mesas, una televisión y un refrigerador; atendido por los propietarios, al parecer, miembros de la misma familia; muy amables y atentos. Las carnitas están muy buenas, jugosas, y todo lo preparan a la vista del comensal. He comprado por kilo para llevar, mezclando maciza, nana, costilla, cuero; para que sean jugosas pero predomine la carne de la maciza; he pedido también por taco para comer ahí, y puedo asegurar que estas carnitas cumplen con todo lo que uno puede exigir: sabor y cantidades satisfactorias, buenas salsas, que quizá para los ya muy fanáticos como yo deberían ser un poco más picosas, y buen servicio. Aunque hoy en día parece que adoptar un régimen vegano es un distintivo de conciencia, compasión y hasta sofisticación, a mí me sigue pareciendo que unas buenas carnitas como éstas son simplemente suculentas, y al mismo tiempo estoy determinado sin contradecirme a que el sufrimiento de todo ser vivo, incluyendo los seres humanos, debe ser evitado por principio.