Solo los sábados y domingos, viene a «la entrada de Bosques», desde el vecino pueblo de Magdalena Contreras, esta camioneta con cuatro vitroleros llenos de delicioso pulque. De rigor uno de los vitroleros es de pulque natural y los otros tres de curados. No es que sea yo un gran catador de pulque, solo soy un fan pero como tal he desarrolado en mi paladar algo que me permite distinguir el buen pulque de uno rebajado o sobrefermentado o, en fin, otras perversiones de esta bebida de Dioses. El pulque blanco pasa sin problemas la prueba de calidad. Pero los curados se vuelan la barda. Hacen uno de guanabana que ufff… el de fresa no tiene merma, el de betabel es francamente huérfano. Al pie de la camioneta puedes creer que te tomarás sólo un vasito medio litro y terminarás pidiendo otro, así que mejor vete directo por el litro.