A simple vista parece un puesto más; sin embargo la magia se desprende cuando uno está adentro. El trato de las chicas es maravilloso. El sazón es exquisito y el cariño con que hacen todo hace que se sienta distinto comer en este lugar. Los guaraches una cosa gigantesca que apenas podrás terminarte, pero también hay quesadillas, pambazos, tlacoyos, sopes… y todo está delicioso. Para acompañar, nada mejor que un rico boing, aunque el frío a veces amerita un buen cafecito de olla. Pregunta por la salsa de limón, una exquisitez única de este puestecito. Es harto cotizada, por lo que sólo te permitirán a echarle a lo que comas ahí(no para llevar) y se termina rápido.