Yo creo que se llama así porque te mata el estómago. Entre tanto condimento, salsas y platillos deliciosos, ir al matador es un reto para el resistente estómago del mexicano. Yo ya no lo pongo tanto a prueba y me echo un omeprasol o un gastroprotec antes de entrarle duro al pozole, que es lo que más me gusta de ahí. El pozole te lo sirven como se debe ¡en un tazón enooorme y gordo y hondo! Si lo vas a pedir, no pidas nada más porque no te lo vas a comer. ¡Bueno! ¡ Nunca faltan los campeones que si lo logran !
Samantha H.
Rating des Ortes: 3 San Miguel de Allende, México
Mi abuelo era un apasionado de la fiesta brava y de la buena comida. Por lo menos una vez a la semana salíamos a comer y este era uno de los lugares a los que con mayor frecuencia acudíamos. Todavía recuerdo a la perfección el lugar: en la espalda de cada silla estaba grabado el nombre de algún torero(pasaba un buen rato leyendo cada uno para elegir cuál sería mi torero de elección en cada comida), las paredes estaban tapizadas de carteles que publicitaban corridas de toros en todas partes del mundo, fotos del propietario con las más grandes personalidades del medio y una que otra cabeza de toro«engalanando» el lugar. En aquel entonces adoraba ir ahí; veía lo cómodo y orgulloso que se sentía mi abuelo(en ocasiones había toreado y dos o tres carteles llevaban su nombre) pues el dueño era muy amigo de él y lo recibían como si fuera parte de la corte real. Hoy, después de muchos años y de una tesis que trata el respeto al mundo animal y sus consecuencias positivas para la sociedad(con un capitulo entero dedicado al análisis de la costumbre retrograda que es la corrida de toros el cual todavía mi abuelo pudo leer; seguramente me excomulgó después de hacerlo aunque no me dijo nada), pensaría mucho antes de entrar a un lugar en el que admiran la tortura animal. El lugar cambió de locación, de decoración y el dueño, al igual que mi abuelo y las cabezas de toros, ya no están(aunque sigue siendo de la familia), pero lo que si ha perdurado son los maravillosos recuerdos y una muy buena cocina. Es un restaurante sencillo y familiar, con precios muy accesibles y comida caserita. El platillo preferido de mi abuelo era la Sabana de Invierno, la cual todavía se encuentra entre las opciones y es deliciosa. Tienen un plato tipo parrillada muy muy bueno y a súper precio. Yo soy fan del pozole, pero he probado casi toda la carta y no he tenido malas experiencias. Todo se prepara en el momento así que se paciente.