Viviendo literalmente a 5 pasos de este mítico Café y siendo asturiana como su dueño, me avergüenza reconocer que he tardado 6 años en entrar. Pero al final entré en razón, y me alegro muchísimo de haberlo hecho. Las dos veces que he ido estaba literalmente vacío, lo cual es una pena. Pero así pudimos conocer al dueño, y hablar de la historia de su café, y de las penurias de nuestra querida Asturias. No es el típico lugar en el que ponerte a trabajar en tu portátil, es el sitio indicado para ponerte al día con un viejo amigo. Local perfecto para llevar a gente de fuera de Madrid a la que, eso sí, no le importe pagar 7,50 por un café Jamaicano, que aún no sé lo que lleva pero está tremendo, y en sitios así lo pago gustosamente.
Lolo R.
Rating des Ortes: 3 Madrid
Solo por la magnífica decoración de este local, se merece ganarse una estrella más. Todo es vintage, pero vintage de verdad de la buena, con su reloj dando las campanadas, las sillas que crujen sin parar, y los retratos de otro tiempo. Pero si bien es verdad que entrar es transportarse a otro tiempo literalmente, y que te sientes como en un café a finales del siglo XIX(por ejemplo), no es menos verdad que al abrir la carta, en algunos puntos, te sientes como si te hubieras teletransportado al siglo XXII, con unos precios a mi parecer un poquitín abultados. Vaya por delante que creo que me confundí con la hora, porque llegamos a eso de las nueve de la noche y no era hora de tomarse un café(demasiado tarde) ni un cóctel(estábamos sin cenar y nos parecía un poco pronto para meternos alcohol entre pecho y espalda). Por eso terminamos optando por un vino que nos costó 4,50 € por copa, y que efectivamente, es caro. A cambio, yo esperaba una copa más o menos decente, pero nada más lejos de la realidad: era una copita de esas pequeñas, como de las que tiene cualquiera en casa. Así que me llevé un poco de decepción con el lugar en sí. Pero como soy una de las personas más cabezotas que conozco en este mundo, pienso volver a una hora normal y tomar café con tarta, para ver si es verdad que el sitio es tan guay como todo el mundo lo pinta. Que probablemente toda esta mala experiencia no sea más que una mala elección mía propia.
Fer A.
Rating des Ortes: 5 Madrid
Gracias a Vdes, descubrí este retazo de paz en pleno Malasaña. Debería tener un cartel a la entrada«Fijese a que hora entra porque se le pasará el tiempo volando». Fuimos a merendar el trío calavera. Entramos de día y se nos hizo de noche allí sin darnos cuenta. Tan solo poner un pie dentro, parece que retrocedas en el tiempo. Decorado como la casa de mi abuela. Con retratos de sus quintos. Chirimajos y muebles antigüos. Jazz de fondo. Silencio. Tanto perturbas la paz al hablar que el ambiente te invita a comentar entre susurros, como contando secretos. No vaya a ser que se rompa algo irreparable. Lugar ideal para olvidar. O recordar. El mundo de lleno de coches, bullicio y ruido de fuera se queda en la puerta y parece ajeno a la realidad. La mejor terapia anti estres. Paz y armonía. La oferta de la carta no es amplia. Ni barata. Cafes(entre 4 y 6), tes e infusiones, tartas(4) y cócteles(7 a 9). Necesitaba despertar alguna neurona. Opte por un café y me deje recomendar. Pase del asiatico y tome el barraquito. Delicioso, dulce, amargo y acido con bastante sabor a limón, dos barritas de canela afrodisiaca y dos granos de café flotando, con leche condensada en el fondo. Al que acompañaron dos pastas de té. Aconsejan remover. Si te gusta dulce. La compañía optó por un batido de chocolate y nata y un coctel azul sin nombre. Con Vodka y acido. Naranjas y limones flotando. Panchitos acompañando. Escrupulos a parte, todo a compartir y probar. Para completar la comanda pedimos una porción de tarta, y ya que soy chocolatero, opte por tentar al acné. Rica, sabrosa, tierna y con pistachos crujientes. Se ve que es casera. Lo apunto en el mapa. Para perder allí el tiempo que no sobra y que una vez dentro resulta fútil.
Nacho M.
Rating des Ortes: 4 Madrid
en una diminuta bocacalle de la ya pequeña calle de Ruiz, en pleno barrio de Malasaña pero bien econdido. En este lugar oscuro y escondido, con un viejo y pequeño cartel de néón verde, en la puerta. Su especialidad son los cócteles: una carta extensísima y sorpresa porque el dueño se guarda para él lo que lleva cada uno. Todo allí es auténtico y todo es antiguo. Un lugar imprescindible para una buena charla de amigos de las que duran horas o una tarde tranquila leyendo.
Nuria G.
Rating des Ortes: 5 Madrid
Escondido en una callecita muy cerca de la Plaza del 2 de Mayo, nos llamó la atención la composición de objetos viejos que habitaban la vidriera. Ya adentro, las fotos antiguas, desde la pared, hablaban de otro tiempo. Lugar de meriendas y tragos, Ajenjo, atendido por Tito hace veintinueve años, es un buen recodo para estar tranquilos. Tito recomienda muy bien cuando conoce el gusto de quien pide, eso sí, jamás revela la composición de sus mágicos cafés(el llamado«asiático» es sublime). Se puede acompañar de pasteles caseros(el de zanahoria es un highlight). Los batidos pueden levantar a un muerto(doy fe). De fondo, siempre suena buen jazz o alguna selección de tangos de Julio Sosa. Ideal para pasar una tarde íntima y tranquila(en ese caso, mejor evitar los fines de semana). Cierra algunos lunes, pero no todos. Conviene llamar y preguntar.
Nabor R.
Rating des Ortes: 4 Madrid
Vaya por delante que, si fuese por mí, esté café no debería figurar en ninguna guía, ya que su principal encanto es precisamente la tranquilidad que se respira en él. Ir al Ajenjo después de comer es como teletransportarte al Siglo XIX, a uno de esos lugares en los que imaginas cómo eran los cafés donde antaño se celebraban las tertulias literarias. El camarero, además, se curra los cafés en plan ingredientes secretos: un día pedí un asiático y el tipo me dijo que llevaba, si mal no recuerdo, leche condensada, limón, y «no te puedo decir más». Recomiendo que no vayáis, así yo podré estar más tranquilo cuando quiera desconectar del mundo durante un rato y me apetezca ponerme a leer en un bar sin que nadie me moleste.