Hablaba el conde Lucanor un día con Patronio, su consejero, de esta manera: — Patronio, bien sé yo ciertamente que vos tenéis tal entendimiento que nadie de los que están ahora en esta tierra podría dar tan buena respuesta a ninguna otra cosa que le preguntasen como vos. Y por ello, os ruego que me digáis un buen lugar para beber unas cervezas y yantar raciones con buen provecho allí donde la Vista Alegre. — Señor conde Lucanor –dijo Patronio-, vos, por vuestra merced, me alabáis muy señaladamente y decís que yo tengo muy gran entendimiento. Quizá os engañéis, pero lo que por ventura sé es que en la Cafetería Castilla tiran muy bien la cerveza, y os deleitarán con oreja, sepia a la plancha, croquetas y otros manjares todos muy bien cocinados(incluso unos tubérculos aún no descubiertos en este nuestro siglo, que llaman patatas, y que condimentan con una salsa que dicen ali-oli) y a un precio muy barato, que vos lameréis y relameréis vuestras barbas de placer. Al conde plugo mucho esto que Patronio dijo, y fue a la que llaman Cafetería Castilla y confortóse, y sació hambre y sed y salió con bien de esta empresa. Y entendiendo don Juan que este ejemplo era muy bueno, hízolo poner en este libro e hizo estos versos que dicen así: Fue el conde Lucanor a la Cafetería Castilla, Y le sirvieron unas raciones de real maravilla