Éste es el hermano madrileño del Crusto de Barcelona, un local bastante popular allí. Han querido probar suerte en la capital y por lo que vi el pasado domingo cuando fui a desayunar, les está yendo muy, pero que muy bien. Me gustan los sitios que combinan varias necesidades que puede tener el cliente. En este caso, puedes desayunar, comer o merendar y a la vez llevarte bajo el brazo un pan de los muchos que tienes para elegir de distintas variedades. El local, muy agradable, con mesas de distintos materiales y distintos tamaños, por lo que es muy buena opción para ir en pareja, en 4 o incluso más. Las mesas redondas son muy«apetecibles», a mí personalmente me encantan. El mobiliario y el estilismo, afrancesada, podríamos decir, se sale un poco de la línea nórdica a la que estamos acostumbrados. Los sábado sy domingos tienen brunch(pero ojo, hasta las 15h). 3 tipos distintos de brunch, bastante contundentes, con varios platos. Lástima que no teníamos tanta hambre como para probar uno. Algo que me pareció ¿raro? fue que al pedir la carta del«resto de platos/cosas, nos dijeron que no había. ¿Por qué no? No se entiende mucho. Vale, puedes ir al mostrador de venta de pan y bollería y pedir lo que quieras para tomártelo ahí, también tienen pizarras con platos escritos, pero creo que es un poco lioso, o más bien, incómodo para el cliente tener que estar levántandose o mirando por cada columna para ver qué pone en las pizarras… Preguntamos si tenían tostadas con tomate, y efectivamente. Opción de pan normal o integral(¡1 punto a su favor!). También pedimos capuccino con leche de soja(no esperaba menos… Jejeje), el cual trajeron con cacao(ñiá), en platitos muy monos y cantidad de tomate muy buena, comparada con otros mini cuenquecitos que te ponen por ahí. El precio, normal, teniendo en cuenta dónde está y el local en sí. La materia prima(el pan en este caso) me pareció muy buena. ¡Volveré para catar el brunch!