Pues nada, habrá que ampliar la memoria para recordar todos los bares de la calle Ponzano… Ayer, recomendada por una amiga, hice todo lo posible para forzar unas cañas en «La Lianta». El sitio lleva abierto menos de 2 meses(abrieron a principios de Diciembre 2015 si mis búsquedas de información no me han fallado). De nuevo, otra razón más para volverse loco en esta maravillosa calle de Madrid. Ha llegado un punto en el que es realmente difícil decidir dónde tomar algo… pero…¡¡y lo que nos gusta! La primera impresión que tuve del LOCAL fue muy buena. A pesar de parecer imposible, han conseguido que llame la atención. Su apariencia es bastante diferente al resto de bares. La fachada parece que no exista o estén trabajando en ella ya que se ve una pared altísima de piedra. Lo mismo ocurre dentro, las paredes son todas de la misma piedra que la fachada. Esto, junto con las luces que tenían(era de noche), generaba una lucecilla amarilla así como… no sé…entre hogareña e íntima. Estos dos calificativos se te van de la cabeza en cuanto te das cuenta de la cantidad de gente que hay, de que es harto complicado hacerse hueco en la barra(de pillar mesa ni hablamos) y de que en esta santa sociedad no sabemos hablar sin gritar. De hecho, había música chula pero era imposible escucharla si no te esforzabas por hacerlo. Bueno, pasado ese«shock» inicial, conseguimos hacernos hueco y pedimos. El CAMARERO que nos atendió era la mar de simpático, sonriente y amable pero con poquita experiencia(puede que esta fuera la primera). Como ya he comentado en otras reseñas, a mí personalmente eso no me importa. Le doy mucha más importancia a su actitud que a que falle algo a nivel técnico. Por ejemplo, le pedí una caña que olvidó pero en cuanto se la pedí de nuevo, me pidió muuuuchos perdones y nos la sirvió inmediatamente con una simpatía enorme. Adicionalmente…he aquí las preguntas…¿quién lo sabe todo su primer día de trabajo? y ¿quién no ha tenido que pasar por un primer día de trabajo? Para mí, la reflexión es simple; lo importante lo tiene y la experiencia irá viniendo día a día. Por mi parte, ¡un 10 para el alegre camarero! La TAPA que ponen con la caña, es un bowl de patatas fritas tipo chips. A mí no me gustan mucho así que aquí no puedo decir que me encantó. No sé si con consumiciones sucesivas la tapa va mejorando ya que nada más que pedimos una ronda. La COMIDA de la carta, si bien es clásica(jamón, ibéricos, tortilla de patata,…no recuerdo más ahora mismo) tiene también cositas diferentes como un hummus creo que turco y otras cosas interesantes. De postres tienen 3 tartas(Cheesecake, tarta de zanahoria y tarta oreo). Yo me comía 2 de ellas ahora mismo… guess what?! La presentación de la comida me gustó mucho. De nuevo, diferente y muy creativa. Los PRECIOS me parecieron razonables pero quizá un poquillo tirando hacia más caros que en otros bares de la misma zona. En realidad, esa parte de la calle Ponzano digamos que está albergando bares algo más caros y diferentes que el resto de la calle. Me refiero por ejemplo a «La sala de despiece», «La contraseña», «EL Muta», «El Trajín»… Todavía no sé si aceptan TICKETSRESTAURANT porque ayer no se dio la necesidad de usarlos y olvidé por ello preguntar o ver si tenían el distintivo en la puerta. Hablando de puertas, ¡¡ojito con el mega escalón de la entrada! Como vayas despistad@, te lo comes seguro. Y si llevas tacones, cuidadín también con la rejilla(¿de ventilación?) que hay en suelo justo bajo la puerta de entrada. ¡Avisad@s quedáis! Finalmente decir que me gustó mucho pero no le doy todos los puntos porque(1) no me gusta que me ponga patatillas chips de tapa y(2) porque tengo que volver a probar su comida y poder así valorar este lugar más exhaustivamente.