Un lugar magnífico. Sobre todo si tienes la suerte de hacerte amigo de Antonio el dueño. Y a no ser que seas una persona enfermizamente antisocial, acabarás haciendo buenas migas con él. Es de estos bares en los que si te cobran más bien es para que el negocio sigue en pie y así tener una razón para seguir viéndote a diario. Las hamburguesas están de escándalo y las raciones… las cocina una mujer mayor con paciencia y cariño y se nota. Pero lo mejor son las copas… en copa de balón! Aquí no te tomas un güisqui, te bañas en él!