Hace poco volvía de mi gimnasio y pasé por la puerta de este local. Me llamó la atención ya que parecía un lugar tranquilo y confortable para desayunar… así que esta mañana me levanté dispuesto a ser infiel a mi cafetería habitual. Entré y la cafetería estaba vacía. Decorado con mucho gusto, nada(de la decoración) desencaja, todo cuidado al detalle… hasta llegar al mostrador para pedir. Con un buenos días por delante pero sin obtener respuesta por parte de la camarera pedí un desayuno de pan con tomate y café. La verdad es que con el gesto que hizo, no sabía si tenía enfrente a una camarera o a un oficial de las SS… Desagradable es poco. Vamos, es como si entras en Rivendel a tomar un café y te lo sirve el mismísimo Sauron(con mandil de flores, eso sí, muy bonito). Se me quitaron las ganas del café y hasta las flores(que eran de plástico) se marchitaron… madre mía qué carácter!!! El desayuno esta bien aunque tampoco es nada del otro mundo(el pan es de molde)…más baratos que en otros sitios de la zona, solo a 2,50 €. La verdad es que es un sitio con muchas posibilidades pero la atención es pésima. He tratado con máquinas expendedoras mucho más agradables. Una pena.