Este local me ha visto crecer, desde mi adolescencia hasta que salí de la ciudad en mi época universitaria era cita obligada cada fin de semana. Y ahora, más de 15 años después sigo yendo con algunos amigos a tomarnos un batido de fresa con nata, o uno de sus variados tés, o un café baileys y por supuesto crêpe con nutella! A lo largo de los años ha ido sufriendo remodelaciones pero sigue manteniendo la esencia, e ir a alli y saludar a Damián(el dueño) que es como parte de la familia es como retroceder en el tiempo, rememorar muy buenos tiempos.