Don Diego

Cafetería tirando a viejuna, con su punto kitsch de tiempos mejores en los que «salón de té» se escribía «salón de thé». Sus paredes forradas de flores no hace demasiado hablan de una mirada al pasado a la cez que un intento por renovarse. Pero, oye, estos lugares de merendola y reunión para toda señora que se precie tienen su punto.
En sus pasteles no vas a encontrar ninguna sorpresa y ningún disgusto, cosas de siempre que te pueden matar el gusanillo goloso pero que tampoco recordarás especialmente. Como todo establecimiento de este tipo también puedes tomar un sandwich mixto recién hecho y con la mantequilla derretida. Atención: las copas no son caras.

Quien conoce Don Diego es porque conoce bien Triana. Alberto, mi amigo ginebrero, nació en Triana y se ha llevado 28 años viviendo en este barrio. Un día estuvimos comiendo por su barrio y llegó la hora del café y del postre. Entonces Alberto sugirió ir a Don Diego. Nos dirigimos a Don Diego pensando que sería una cafetería como otra cualquiera de las que hay en Sevilla. Nos equivocamos. Don Diego es especial. Por las tardes se convierte en un escenario anclado en los años 70, hasta tal punto que no te extrañaría nada que Merche Alcántara estuviera en la mesa de la lado tomando café con la abuela de la familia. Es más, si te pasas por allí un domingo, te tropezarás con señoras y señores que podrían protagonizar algún papelito en la serie. Los fines de semana, tanto la terraza como el interior de la cafetería, se convierte en un escaparate al que acuden las mujeres con sus maridos, y los hombres con sus esposas, siguiendo con las costumbres de un mundo viejuno que para los más jóvenes no es ajeno en cierta manera. Ellas encuentran el momento para lucir el último broche que sus nietos le regalaron por Navidad, y ellos, la excusa perfecta para ponerse la undécima corbata que le trajeron los Reyes Magos. El dibujito del camarero en las servilletas te lo dice casi todo sobre Don Diego: tradición, calidad y estética de otra época.
Lo que no pasa de moda, son sus tortitas con nata. Además de ser la única cafetería que conozco donde las ponen, están buenísimas.
Don Diego es más que recomendable, por sus tortitas y por la experiencia de visitar un trocito de Triana por donde no pasa el tiempo.

¡No habré pasado yo veces por delante de la puerta del Don Diego, durante los tres años que viví en Triana!, todos los días es poco.
Es un sitio que por su solera encanta a familias y mayores, porque lo conocen desde toda la vida. Allí se puede disfrutar de una de las mejores terrazas de la zona y de uno de los mejores cafés de la ciudad y si a eso le sumas alguno de los dulces que tienen, pues ya puedes decir que tienes la tarde hecha.
También recuerdo haber comido allí, algun plato combinado, pero bueno, nada del otro mundo.

Don Diego, la cafetería retro. Por favor, con todo el dinero que han tenido que ganar y siguen embolsándose estos señores, ¿no pueden hacer una remodelación? Esta pregunta me la hago yo cada vez que paso por ahí.
Verás, este local es una mina de oro, en una buena esquina de la calle Esperanza de Triana (hasta hace muy poco, Sánchez Arjona), es de las pocas cafeterías que en Triana tiene unos buenos veladores para tomar el solecito, en invierno, y el fresquito, cuando llega el verano. La variedad de dulces es amplia y de calidad, pero es que todo allí es antiguo. Que te digo yo que no han cambiado nada desde que íbamos hace más de veinte años.
Una de sus especialidades son las tortitas. Sí esos crepes con nata, caramelo, chocolate, lo que tú quieras. Cuando éramos pequeños, mis padres nos llevaban muchas tardes hasta que a mi madre le dio por copiar la receta y ahorrarse los duros (por entonces eran duros). No se lo digáis nunca, pero iguales iguales no le salían, aunque el cariño que le ponía y las ganas con las que nosotros las cogíamos, las hacían deliciosas.
En fin, si te gustan las nuevas tendencias y los locales de moda, no vayas a don Diego, pero asume riesgos: en pocos sitios encontrarás un café solo mejor. ¡Tú verás!

El Don Diego es una cafetería pastelería del barrio de los Remedios, que tiene un buen café, o al menos no te vas nada mas tomártelo.
Los pasteles y dulces que venden, que alguna vez los he tomado con el café de la tarde, no son especialmente destacables.
Me gusta mucho su terraza, que es bastante grande, sobre todo por las tardes cuando se reúnen las señoras encopetadas y recauchutadas del barrio. Es genial escucharlas como se despellejan.
En resumen, el Don Diego es una cafeta de tarde de señoras de edad madura con conversaciones de señora madura, con mucha pedrería…