El Toledano

Cocina casera, sustanciosa y familiar.
El Toledano es un restaurante de «andar por casa», pues eso, familiar. Decorado de forma tradicional, sillas de madera y mesas generosas por su dimensiones, vamos que si vas en grupo, estaréis cómodos. Al entrar me gustan las pinceladas que ofrece un buen manojo de perejil sobre el mostrador, junto a la vitrina de alimentos preparados y una buena cesta de frutas.
El trato con la cocinera (propietaria) es lo más natural que he visto en mucho tiempo: agradable, coloquial y positiva. Esto se refleja en la comida que prepara. Puedes desayunar, almorzar, comer y sobre la cena no se que decirte. Sus raciones son generosas y la comida como os decía es, sabrosa. Tienen menú diario por unos 8 €, con éste no saldrás con hambre. Ensalada mediterránea muy completa: tomate, atún, aceitunas, lechuga, maíz, pipas peladas que le dan el toque crujiente y huevo cocido; en la talla no son tacaños, será XL por lo menos. De segundo, estofado con ternera, con cariño! ó macarrones, al gusto; flan, pudin, infusiones ó caféses.
¡Ah! en la puerta coloca unas mesas por si quieres tomar el aire fresco acompañado del humo del cigarro y el cortado.
Hala! ya estás servido para irte al gimnasio a quemar calorías.

El sitio no es que sea el mejor bar donde llevar a las tres personas que más tienes que impresionar en la vida: tu novia, tu jefe y tu madre. Quizá a la última, un poco más.
Este bar de toda la vida es el típico donde la horrenda decoración, compuesta por un curioso mestizaje que podríamos llamar «Toledo meets Valencia» por alternar pósters de temporadas milenarias del VCF con espadones manchegos, no tiene que echarte para atrás: lo realmente importante está al otro lado de la barra. Y eso lo puede garantizar lo llenísimo que está siempre.
La primera vez acudí a comer en su terraza un menú de mediodía con el que por, 8 euritos, quedamos más que satisfechas; la segunda, en plenas Fallas, nos dejó sin más remedio que cenar a lo castizo, acodados en su barra metálica, con cañas fresquitas y bocadillos de tortilla de patata con ajoaceite. Si tenéis ocasión, por cierto, probadla: el pinchazo, de cuatro dedos de grosor, sólo cuesta 1,50.
En resumen, por muy pocos duros te pones hasta arriba de platos típicos y caseros. Y los cacaos salados acompañan todo. Hay días en los que apetece un Toledano.

Almuerzos, menú del día, cenas para grupos… para todo eso el Toledano es una apuesta segura si te apetece algo casero y clásico. Chivitos, tortillas, paellas o cocidos, todo lo puedes pedir aquí a un buen precio y con una buena atención. Así da gusto!

Bar-​restaurante de barrio especializado en comidas caseras consistentes. Tiene una pequeña terraza que da a Pedro Tercero y es bastante agradable comer fuera. El menú, a no más de 8 euros, incluye tres platos bebida y postre así que no está nada mal. Pedimos gazpacho andaluz de primero y una ensalada. El gazpacho venía acompañado de un buen número de verduras cortaditas y picatostes pero… ¡también de frutas! Cuando vi el melón y la sandía pensé que se habían equivocado de plato pero no sabéis lo delicioso que estaba mezclado con el gazpacho, se debe comer así en Toledo, digo yo.
Los segundos fueron generosos y ricos, unos platos inmensos y a rebosar de lomo de cerdo finito y crujiente con patatas fritas caseras y lo mismo mi amiga pero en versión pollo, muy bueno todo. Otra amiga se pidió un bocata de lomo con queso y pimientos y ella misma alucinó de los «trozacos de queso» del bueno que le metieron en casi una barra de cuarto, con la misma carne de mi segundo y pimientitos verdes asados… No nos cupieron los postres, y eso que no somos de estómago pájaro, pero era una barbaridad, en serio.
En definitiva, si la pinta al pasar por delante te echa para atrás ¡no juzgues antes de tiempo! Está limpísimo por dentro y la comida está más que buena y a muy buen precio. Servicio familiar y, desde luego, para repetir.

Restaurante clásico de barrio de aspecto inmemorial desde que tengo uso de razón. Siempre en la misma ubicación, decidí probar su comida hace un tiempo y salí más que satisfecho. El menú diario tiene un precio muy barato (7 €) con dos platos, postre y café. Más por menos es imposible. Además, la calidad de los platos es claramente casera y con excelente sabor. El día que fui probé el arroz al horno (correcto) y un estupendo bistec de segundo. El trato de la camarera fue muy grato y aunque no comí en el interior (tienen terraza) pude observar que conserva el aspecto de caserón de comidas de toda la vida.
Desde luego si lleva tanto tiempo abierto será por alguna razón. Y cuando esté por la zona y me apetezca comer de caliente (uyyy, esa expresión suena a mi abuela) iré al Toledano. Seguro que me reciben con los brazos abiertos.

Uno de aquellos lugares que no se descubren fácilmente, más bien suele hacerse sólo por casualidad, a pesar de ubicarse en el histórico barrio de Ruzafa. Pero en cualquier caso, de los que indudablemente terminan ocupando una posición preferente en el listado mental de los favoritos para contentar a tu estómago.
Comida casera y excelente. Platos clásicos de la gastronomía de nuestro amado país, cuna de los mejores chefs. De entre los millones que enamoran paladares sin ganar estrellas de Michelín se halla la dueña de este establecimiento.
Recomiendo ceñirse sin miedo a las propuestas del menú del día. Fabadas, arroces o guisados, lo mejor. La matrícula de honor, sin embargo, para el cocido. Una auténtica maravilla de la tradición madrileña.
Todo por 7 u 8 euros, en un ambiente familiar, con un aire rural, como el de la decoración del bar.