Gandhara

El secreto del Cabañal. Discoteca y terraza dentro de un edificio antiguo. Me encanta este sitio, he ido muchísimo!
Una vez has pagado, pasas a una sala pequeña que es la discoteca cerrada, cruzas la sala y te encuentras una gran terraza con ambiente chill out. La terraza dispone de mesas y sillas al final y unas zonas con sofás la rodean (suelen reservarse). Subiendo unas escaleras llegas a una terraza muy guay.
Se puede pagar con tarjeta y los precios no son de escándalo. Hacen cenas para grupos (despedidas, de empresa, de agrupaciones falleras…)
La música de la sala es variada, en la terraza es más tranquila.
El ambiente es bueno, aunque cierto es que va a épocas, hay temporadas más «pijas» y otras más «chonis»
Os recomiendo visitarla

Bueno, bueno… esta discoteca tiene un claro estilo hip hopero y al que no le guste esta música ni me molestaría en ir.
El local es feo para empezar, la puerta da miedo, no sabes si vas a entrar a una discoteca o a no sé a que lugar extraño, con una chica cobrando con cara de pocos amigos y un seguridad.
¿Qué por qué he estado aquí?
Porque a mi chico y a mi la música negra nos gusta, pero claro, a mi en cualquier sitio no; aunque he de decir que a él le encanta el lugar, siempre quiere ir.
El caso, es que según que época del año estemos varía bastante; en verano, con su terraza exterior (mucho más bonita), la música es más comercial; en invierno, la música es como os he comentado.
Tiene una barra a la izquierda del local y una especie de zona vip al final que lo único que tiene de vip es que esta separado por una cuerda y te puedes sentar, porque el que pague para estar ahí ya tiene ganas de tirar el dinero.

Ya no soy muy amigo de las discotecas. Creo que se me «pasa el arroz» para algunas cosas, pero es que en esta en concreto he vivido episodios bastante desagradables.
Para empezar, las colas increíbles que se forman en la puerta, y el mal humor que ésto suele provocar a los porteros. Entiendo que su trabajo es impedir que entre más gente de la cuenta y demasiado borracha, y otra lo que he llegado a ver, empujones y tirones para sacar a gente de la cola de malos modos. Como no llegué a ver lo que hacíà la gente para provocar esa reacción, me declaro neutral, pero perfectamente puedes hacer que alguien se marche sin tener que llegar a las manos.
Ya dentro, pues el local tiene una zona interior y una exterior. La exterior la verdad es que está bien, con barras a ambos lados (a precio de diamanté, eso sí) y, en general, un ambiente más tranquilo en el que la gente está menos preocupada por «restregarse» y más por hablar tranquilamente… quizá con esa o ese que acabas de conocer ahí dentro. La interior es la que a mi me disgusta un poco, es pequeña, suele haber tanta gente que no se puede ni respirar y, por lo general, la música coincide poco con mis gustos.
Una discoteca para gente que no sea yo, en general. Seguramente algún día volveré, pero no es mi primera opción si puedo evitarlo.

Siempre que salgo por Valencia con gente con la que no suelo salir me siento un poco perdida. Me refiero a que yo soy de tanque y cuernos –hablo de música– y no de lo que se suele entender a nivel general como «fiesta». De modo que cuando tengo cenas de clase o eventos que buscan un plan más masivo me dejo un poco hacer. Lo bueno: por un lado, que no sé cómo lo hacen, pero siempre hay alguno en el grupo que es relaciones públicas de una discoteca o conoce a quien lo sea; por el otro, que en realidad en cuanto a música soy más tolerante de lo que puede parecer y de bailoteos garrulos acabo pasándomelo casi igual de bien que de conciertos. Simplemente hay noches y noches.
En una de éstas, llegamos a Gandhara. Entramos gratis por estar en lista gracias a uno de estos espabilados contactos, por suerte, ya que nos dimos cuenta de que a la gente le estaban pidiendo más de 10 €.
Dentro, no se estaba mal del todo. La música, pues la misma mierda veraniega de siempre: JLo feat Pitbull, Enrique Iglesias feat Pitbull, Shakira feat Pitbull, Usher feat Pitbull, Manolo Escobar feat Pitbull…
Supongo que para la gente que disfrute de este tipo de ambientes de veranito-​morenito-​musculito la zona más aclamada será la terraza interior, que es un intento de lounge fashion estilo zen ibicenco chino japonés antuiguo. Ya saben, cojines blancos en el suelo, mesas bajas de esquina recta, paredes de bambú y alguna que otra antorcha de Supervivientes. Vamos, una garrulada llena a parir de gente hasta haciendo cola para conseguir su puf libre.
Estuve unas tres horas dentro y la verdad no me lo pasé mal, aunque lo que hizo más fue la cogor… gente con la que iba. He de remarcar que en ese tiempo, tuvimos que sacar entre yo y otro chico a un amigo que iba finito y el segurata fue bastante amable, cosa que me sorprendió tanto del sitio como de la profesión.

El nombre de esta discoteca suena por las noches de Valencia. Yo ya la había escuchado pero nunca había ido. Siempre decíamos «sí, es esa discoteca que está al lado de Akuarela y que por fuera tiene pinta de árabe».
Eso era lo más que sabía de Gandhara hasta el otro día. Y es que mi amiga organizaba una barra libre con la gente de su clase para conseguir dinero para su viaje final de carrera. Y ahí que fuimos las amigas a poner nuestro granito de arena.
Pensaba que era una discoteca más grande. Quizá me dio la sensación de pequeña porque sólo estaba una sala abierta. Es lo que tiene que sea noviembre y llueva, que no abren la terraza.
La entrada nos costó 12 € pero no sé si esto es siempre así o que esta vez era diferente por ser una fiesta especial. Por ello, mi opinión igual es un poco distorsionada de lo que suele ser normalmente.
Pero, sobre lo que yo viví, me lo pasé bien. A veces sí que decía «¿y esta canción?» pero tengo un recuerdo vago de eso…
Me gustó el ambiente que había. Pero este mérito creo que debería atribuírselo a la organización de los universitarios. Y es que al entrar nos pusieron a cada uno una pegatina con una palabra. Debíamos buscar a nuestra pareja. Estaba Bardem que debía buscar a Penélope, Kama a Sutra, Noche a Día… y yo que debía buscar a Italia porque era Roma (cosas del destino).
Si encontrabas a tu «media naranja» sólo tenías que darte un piquito en la barra y un chupito era tuyo y de él/​ella.
Así que fue una noche divertida. Una noche en la que sin duda, me vino bien airearme (cada uno con lo suyo…)