Leganés

No es muy grande, y tampoco está reluciente en cuanto a limpieza, pero yo le tengo cariño, pronto hará dos años que lo conozco, que lo frecuento, mi café antes de mis clases los viernes por la tarde, mis hojas, mis apuntes, mis libros, para terminar de preparar la materia, los ejercicios, los objetivos.
El dueño y la dueña, ya me conocen, son gente normal, de barrio, trabajadores, currantes hasta la extenuación, generosas y con sentido del humor. El bar está ubicado en una de las zonas más extrañas de Valencia, en medio de ninguna parte a las afueras de la ciudad, hay un grupo de tres o cuatro calles, independientes, limitado por el bulevar sur, y por grandes avenidas…
Un día, tuve que ir por la mañana a la Asociación Asperger donde imparto las clases, y me acerqué antes a comer, algo, me pedí medio bocadillo, y un refresco, me trajeron casi una barra entera, con relleno suficiente, aceitunas, cacahuetes, la coca-​cola y el café… yo le dije: «te he pedido medio bocadillo», y el dueño con una sonrisa: «esto es medio bocadillo, el bocadillo entero es la barra de pan entera»… ¡¡¡madre de Dios santo todo poderoso!!! ¡¡¡qué barbaridad más bárbara!!!
No pude terminarlo, no porque no estuviese exquisito, sino porque era inabarcable, ingobernable, imposible… El dueño se me acercó y sonrío, le dije que la próxima vez me pediría un cuarto de bocadillo, él sonrío, y se fue…
En la puerta tienen un cartel donde anuncian que hacen todo tipo de carnes: entrecot, costillas, cochinillo al horno, jamón al horno… lo digo para los amantes de la carne, y seguro que está bueno y las raciones son gigantescas, seguro que si Obélix viviese y no fuese un personaje de dibujitos, vendría aquí a comer, con menhir y todo.