Marvá 15

A este gimnasio no sé si he ido durante 10 años lo tenia muy cerca de casa y la verdad que las instalaciones son geniales no puedes decir que algo está mal, siguen los protocolos de calidad al dedillo y puedo dar fe porque trabaje una temporada allí y vi como seguían todos los protocolos.
El precio barato no es, pero si te lo puedes permitir y te pilla cerca compesa el precio porque ofrecen muy buena calidad.
Respecto a la piscina yo he ido a nadar y siempre está en buen estado. Ahora llevo a mis hijas pequeñas porque ofrecen unos cursos para ellos muy personalizados, son casi clases particulares porque son muy pocos por monitor en comparación con otras piscinas.

Alternativa privada para deporte en esta zona, nutrido por el personal de oficinas y similar a una extensión lúdica del centro de negocios, tan «city», que supone el eje calle San Vicente y el entorno de la Finca Roja.
A precios que sí que harán adelgazar tu bolsillo y tonificarán tu resquemor, las instalaciones (correctas y pulcras) repartidas entre gimnasio (bien surtido) y piscina, cuentan con buenas prestaciones, aunque gran parte del repertorio se deja a toques superficiales sólo pertrechados para distinguirlo de cualquier piscina de gerencia pública.
El ambiente (mixto, sí) es radicalmente distinto: bien madrugados y con su precoz afán competitivo, oficinistas entre los treinta y cuarenta arrancan tempranamente su pugilato cotidiano con sus aires de personitas satisfactorias.
A destacar el amplísimo horario de la oferta, que permite la máxima afluencia a primerísima hora de la mañana y a última de la tarde. La atención, por parte del personal, es indolente, como si quisiera reforzar la idea de cierto desapego burocrático, que parece estar de moda.

Si evitas ir por la tarde, el ambiente es tranquilo, relajado, agradable. Es verdad que es un gimnasio con muchas horas al día abierto y que muchas de las actividades que se planifican son de tarde; parece ser que siempre la gente tiene más predisposición a ir a esas horas que por la mañana.
En cualquier caso, este gimnasio de barrio está algo más cuidado que otros de las mismas características, pero no es grande. Es muy pequeñito aunque las opciones que te proponen son varias. Y sin embargo, que esto es un poco lo que le pasa a este gimnasio, el precio sea algo elevado.
Es decir, es pequeño, es de barrio, sus instalaciones están bien, ofrecen muchas actividades pero es algo caro. Es un tira y afloja que, si eres estudiante, te hace decantarte sin pensártelo dos veces por la promoción especial que tiene este caso. Que, si estás en desempleo, a veces (y digo, sólo a veces), sacan una oferta de precio reducido mensual y sin matrícula super tentadora. Pero que, si no eres nada de esto (e igual hay más ofertas que desconozco), pagas una matrícula de casi 60 euros y luego tienes un abono completo de piscina, actividades y gimnasio por algo más de 50 euros.
Cada uno sabe de su economía. Las matrículas, personalmente, siempre me han parecido que sobran; que tiran para atrás y quitan clientela. Habrá que estar atentos a cuando hagan, si es que la vuelven a hacer, la promoción de ‘entra sin matrícula ahora’.

Lo bueno que tenía esta piscina era que estaba en la calle de al lado de mi colegio, así que cuando salía de clase, mi madre me recogía y me acercaba a la piscina para tenerme entretenida una horita más dos veces a la semana.
Pero yo sólo aguanté tres meses yendo a clase. En serio, qué calor hacía en esa piscina. He ido a unas cuantas piscinas después de esa y nunca en mi vida he pasado tanto calor como en esta.
Pero bueno, aparte de esta pequeña anécdota, la verdad es que me agobiaba mucho estar en una clase con unos 30 niños más, en un sitio donde sólo había una piscina con 6 carriles. Imaginaros a 30 niños repartidos en 5 de esos 6 carriles, porque el último estaba reservado para baño libre. Horroroso. Ahí era imposible aprender nada de nada.
Así que después de aguantar tres meses esa sauna, le dije a mi madre que mi tiempo ahí se había terminado.
Tengo amigas que seguían yendo pero a ninguna le gustaba especialmente, la verdad.
Más adelante, esto es, cuando ya no tenía que formar parte de un grupo de 30 niños de 10 años, volví a ir un par de veces a baños libres, y la verdad es que la experiencia de tener un carril sólo para mí fue inmejorable. Pero yo seguía teniendo mucho calor, por lo que después de 2 veces, ya no volví nunca más. Eso sí, si no eres caluroso y vives cerca, para baños libres te hace el papel.