Mattilda

The décor is stylish, modern and unpretentious — just like Francisco Borell and his cheery young team, who offer friend– ly service, an imaginative à la carte selection and a particularly good-​value lunch menu.

Fuimos a cenar a ciegas por la zona y acertamos en este sitio
Como éramos tres, pedimos tres menús con el segundo distinto y así poder probarlo, y fue excelente en su conjunto, por poner una pega, tal vez un pequeño exceso con el cilantro.
Destacar la carrillada que estaba sabrosisima y cocinada a la perfección por lo que se deshacía tan solo con pincharla
El servicio amable y adecuado.
Una buena opción a tener en cuenta en el futuro.

Sin duda una de las opciones que he de probar más a fondo. Llegamos a Mattilda siguiendo la ruta de las tapas de Valencia. Quizá un poco antes de la hora en la que acostumbran a tener a gente, por lo que todos los trabajadores estaban comiendo un caldero (que tenía una pinta riquísima) en la puerta.
Nos dirigimos a ellos y les explicamos que veníamos a por las tapas. En seguida se levantó uno de ellos y nos sirvió con una sonrisa. Personalmente, si están comiendo, me sabe mal que tengan que levantarse para servirme, pero es su trabajo, ¿no? Nos trajo las cervezas en un momento y las tapas no se hicieron de rogar.
Una de albóndigas con curry suave y otra de brava. La primera riquísima y muy bien presentada. La segunda, a pesar de ser solamente una brava, estuvo muy bien, y hay que tener mucha maestría para servir una brava y que no te tomen por un bromista empedernido o te miren con cara de ladrón.
Sin duda, volveré cuando pueda para probarlo más a fondo, pero de momento, la amabilidad y de sus trabajadores y el sabor de sus tapas ya han ganado una buena reseña.

Llegué al Mattilda porque una amiga vive cerca, y yendo hacia su calle lo ví y me entraron ganas de ir.
Fui con ella algunas semanas después, para salir de dudas y «ver qué tal».
Ni fu ni fá. No me parece un local demasiado bueno, ni demasiado malo. Ni caro, ni barato (bueno… puede que un «pelín» caro, pero a lo mejor soy yo, que me estoy convirtiendo en un «agarrao»). Ni precioso, ni horrible.
Con ladrillo cara-​vista pintado en blanco, con una decoración «mona», pero al uso, y una música que sonaba de fondo que era eso… música de fondo. Así que en cuanto a su aspecto, bien… aprobado!
De comer, pedimos una tempurada de verduras y solomillo con una salsa. Pues la tempura bien, no era la mejor (pero tampoco la peor) que haya probado; y la carne… pues bien también, pero lo mismo.
Eso sí, hay una gran variedad de vino; así que por ahí te podrás «divertir» en el Mattilda, escogiendo de su carta de caldos.
Bien, un restaurante que está en el barrio del Carmen (esa es toda mi crítica).

El Mattilda es una opción más que decente para ir a marcarse un menú del día. No es un menú de batalla, de los que con 8 € comes bien comido, sino que vale un pelín más caro, pero la calidad y presentación de los platos justifican los precios. Igual se quedan cortos con las cantidades, lo que lamentarás mucho si eres del buen comer. Pero si eres de apetito medio-​normal te puedes quedar satisfecho.
El local está muy bien, es agradable y cómodo. He ido un par de veces, y si había poca gente el ambiente era bastante tranquilo, pero si se llenaba un poco más de la cuenta si que lamentabas el ruido y el ajetreo. Esta sensación creo que es porque igual las mesas están demasiado cerca para mi gusto… De todas formas, el ruido es soportable y la calma chicha suele ser la nota predominante.
Respecto a la comida la verdad que estaba muy buena. Suelen combinar platos más tradicionales con apuestas más arriesgadas. Entre los primeros casi siempre ofrecen ensaladitas muy apañás, caldos o cremas (dependiendo de la estación), arroces o ya otro tipo de cosas en las que me sería muy difícil afinar, aunque recuerdo un milhojas de foie y manzana especialmente bueno. Respecto a los segundos, yo recomendaría pedir algo de carne. Los dueños son argentinos y, como todo el mundo sabe, la carne y los argentinos se llevan muy bien. Los postres no están nada mal, si llegas llenete los sorbetes son una buena opción, pero si aún tienes ganas de marcha no dejes de probar la textura de dos chocolates. Buenísima.
Por cierto, si eres buen bebedor de vino supongo que apreciarás su extensa y amplia bodega. La vi muy variada con vinos tanto de aquí como de allá (Argentina, Chile, entre otros). Estoy muy pez en vinos, así que lamento no ser de más ayuda en este aspecto :)

Mattilda es una de las mejores opciones que servidor conoce en Valencia para disfrutar de un menú de medio día que sin ser barato –poco menos de 12 euretes– tiene una RCP (relación calidad precio) extraordinaria.
Las cantidades no son extraordinarias, pero la calidad, variedad, presentación e imaginación que le ponen a cada plato hacen de este restaurante el mejor de su calle y hasta casi diríamos del barrio. Por poner un ejemplo: en la última visita, el carpaccio de berenjenas, la merluza con salsa y un helado cremoso de piña casi me hicieron tocar el cielo.
Además, Mattilda tiene un plus: su encargado, Rufo, uno de los trabajadores más eficientes que conozco, cuida los vinos con mimo y posee una carta de vinos de precios medios muy alejada del pensamiento único de Rioja y Ribera del Duero. Lo último que me dio a probar, un vino de la Manchuela, Finca Sandoval, resultó maravilloso.