Rojas Clemente

Para un admirador del «esmorçar» típico valenciano, definir lo que se siente cuando entras en este lugar requiere utilizar palabras de esas que no existen en el diccionario. El unico motivo por el que no le voy a poner las cinco estrellas es porque el sitio es pequeño y esta siempre a tope, por lo que al final puedes acabar un poco agobiado, aunque es cierto que si te toca subir al comedor de arriba se esta bastante mejor. Por lo demas… ¡Que pasada! Creo que nunca entenderé como la gente que hay en la barra. consigue trabajar alli, porque es larga, estrecha y esta llena de camareros y cocineras, pero lo cierto es que con la experiencia que dan los años lo hacen muy muy bien. Cuando entras, las vitrinas estan llenas de manjares a cual mas apetecible: tortillas, revueltos, quiches, carne… mmmm el estómago ruge solo con mirar. Asi que es facil: elige lo que mas te apetezca, porque todo esta buenísimo, y a darle a las mandibulas!
P.D. mención especial a las impresionantes torrijas que hacen en este sitio… hasta el punto que solo aqui despues de almorzar pido postre!

He vuelto a este sitio porque me pilla al lados e casa y había leído buenas críticas del menú del dia.
El menú me ha parecido normal, similar a cualquier otro menú de calidad media. Los platos estaban buenos, la variedad no era nada especial (recuerdo salmón, arroz a la cubana, gazpacho, fritura de pescado, menestra, filete, pollo asado y algo más).
En mi caso he pedido la menestra, que estaba rica, y el salmón q estaba algo crudo (y no he sido el único al que le ha pasado).
De postre he pedido la afamada torrija de chocolate que me ha parecido buena, sin más. Eso si, original para un menú del día.
El precio es 11,50 € me ha parecido carete en relación a otros menús del día. Si incluyera postre y café me parecería más ajustado.
OS adjunto una foto de la torrija q sé q lo estáis deseando.

Se trata de uno de esos locales que te descubre algún amigo. De esos a los que, simplemente mirando por el escaparate, no entrarías. En este último caso, te perderías una deliciosa comida.
El comedor está ubicado en el primer piso, una vez superada la estruendosa entrada y el estrecho pasillo. Ya arriba, prepárate, lee la pizarra con sus anotaciones culinarias y escucha con atención a la camarera. Cada plato tiene su encanto. Todos resultan familiares y conocidos y, a la vez, sencillos y deliciosos. Da igual el que pidas.
Eso sí, deja espacio para el postre porque merece la pena dedicarle todos tus sentidos. Hasta diez opciones caseras, como las torrijas o la tarta de almendras o la de chocolate, para deleitarse. Sale a unos diez euros el menú.
Todo en un ambiente campechano. Claro, no esperes mantel y servilletas de tela. Quizás hasta romperían el encanto ´casero´ del lugar.

Aunque se trata de un bar de menús de mercado, los postres son hechos a diario (todo casero) y hay como 7 primeros y 7 segundos de lo más variado. La coca cola es de las botellas de 33cl, que eso se agradece! Y los platos están muy bien cocinados… las verduras en su punto, la carne buenísima, igual que pescados o el sepionet!
Recomendado si tienes que comer por la zona… Es la mejor opción!

Comida casera y almierzos tradicionales a precios imbatibles…

Es un mercado tradicional de Valencia, aunque venido a menos y que necesita una inminente reforma. Aún así, yo lo prefiero a la hora de comprar frutas, verduras y productos frescos antes que cualquier gran superficie. Para mi, no hay nada como los mercados. Los precios son bastante menos elevados que en las grandes superficies, y por contra, la calidad de los productos es muy superior, así como la atención al público (personalizada y familiar).
En este mercado en concreto podemos encontrar varios puestos de verduras (más refinados o de batalla, hay variedad), un puesto de salazones, varios de dulces, un charcutería, una tienda de bolsos y complementos e incluso una pequeña cafetería para tomar algo mientras haces la compra.
Sin embargo, su apariencia es de abandono, hay muchos puestos cerrados y no se ve nunca un gran ambiente, una pena.
Sobrevive a pesar de los pesares. Creo que habría que apoyar más este tipo de negocio tradicional.

He de reconocer que no voy mucho a los mercados pero cuando voy me gusta estar mucho rato observando. Se sabe mucho de la vida de un barrio o de una ciudad visitando sus mercados. Este en concreto es pequeño pero suficiente para abastecer de buenas frutas y verduras a los vecinos y gente que se cansa de la poca calidad que ofrecen en este apartado a sus clientes.
Hace muchos años que no voy pero recuerdo perfectamente ese bocadillo de panceta con patatas a lo pobre que me comí en la cafetería de este mercado. Si algún amigo me lee sabrá de qué hablo puesto que lo he contado más de mil veces.

El restaurante Rojas Clemente, popularmente conocido como el bar de El Mercado por estar situado en el malogrado mercado de Rojas Clemente, es una auténtica joya oculta, uno de los mejores sitios de la ciudad para disfrutar de un contundente y sabroso menú popular.
Mi amigo Manolete dice que tuvo una grave crisis familiar cuando le dijo a su madre que su arroz a la Cubana ya no era el mejor del mundo después de haber disfrutado de uno en el mercado. Y no exageraba. Si usted quiere comer barato, sabroso y en abundancia, acuda a El Mercado.
Los arroces, las ensaladas, el pescado, las paellas (atención a la de calamarcitos) o los postres (monumentales las torrijas) son extraordinarios, apuestas más que seguras.
En la parte negativa sólo reseñar lo antiguo e incómodo del local, pequeño y ruidoso, aunque tienen un segundo piso donde se come con un poco más de tranquilidad que en la primera planta, que está junto a la barra y la cocina.
De visita obligada.