Tao Tao

A ver podría darle una estrella menos, pero si pongo en una balanza los pros y contras de este local pues vale la pena darle 4. Antes de venir había leído sus reseñas pocas de cal y muchas de arena. Y me picó la curiosidad visitarlo. Su carta es económica y cuando pruebas sus platos están llenos de intensos sabores. Con esta opinión salí yo misma y las comensales de la mesa de al lado, porque me enteré fácilmente de sus comentarios mientras comían. Pedí 2 entrantes y unos tallarines, pero la camarera me aconsejó que con el entrante y los tallarines era bastante. Pero que si me quedaba con hambre que podía pedir el segundo entrante, un pequeño detalle que me gustó. Y la verdad que fue un acierto hacerle caso. El entrante era bastante grande y el plato principal engaña en tamaño, parece menos cantidad de lo que en realidad es. Los postres sigue en la misma tónica que los platos anteriores. Sabores intensos de chocolate y de tiramisú. Aunque sí que los podría hacer visualmente más apetecibles, los presenta de una forma hipersencilla que no hace honor a su sabor. Una vez que ya os he contado lo bien que se come os cuento que la atención al cliente de vez en cuando tiene algún que otro fallo. A ver partiendo de que la camarera es una adolescente hija de la dueña. Hay que comprender que tiene muy poca experiencia. Por lo que puede que te traigan primero el plato principal y luego entrante o no se acuerde de todos los postres o tropiece con algún caso. En mi caso los pequeños errores que tuvo, todos somos humanos, me los tomé a risa y fue una comida divertida. Pero las chicas que teníamos al lado al principio no les hizo mucha gracia. Pero una vez probaron los platos me dio la sensación que se les olvidó. También tuve la oportunidad de acercarme a la barra y desde ahí pude ver la cocina. Bueno pues mi veredicto desde mi punto de vista es que era una cocina limpia y ordenada. Esto no quiere decir que otro día vaya otro Unilocaler y la vea hecha un desastre.

Una taberna muy agradable, donde te dan de comer a muy buen precio.
El local es muy aseado, con una decoración muy cuidada, bonito y sin recargar.
El servicio es rápido y muy amable, nos preguntaron si habíamos quedado contentos.
No dejes de pasarte sin probar el Okonomiyaki, que es un plato típico de Hiroshima (al menos aquí es donde mejor lo hacen) y está hecho a base de tofu silke, bacon, gambas y mayonesa japonesa por encima. En realidad quiere decir varios ingredientes cocinados a la plancha, pero el que hacen aquí está realmente bueno.
También es muy recomendable su ensalada de algas y sus mini hamburguesas.
Me gustó mucho todo lo que probé y el precio nos salió muy asequible. Salimos a unos 12 € aproximadamente.
Desde luego que volveré!!!

Barato
Entre los restaurantes de moda de ruzafa este sitio me parece el más barato, pero la comida tampoco es para tirar cohetes
Pedimos 3 cosas y sales A poco más de 11 euros.
Los yakisoba no son nada del otro mundo, mucho mejor los de la Tora.
Los takoyaki igual, un poco aplastaos y no. estaba recién fritos.
También tomamos ensalada de salmón y aguacate, demasiada soja y muy poco aguacate.
Nos sirvieron rápido, era final de turno, no sé qué tal será con todo lleno.
En resumen, aceptable y barato

Después de un paseito por la zona viendo la iluminación cenamos en Tao Tao.
Tuvimos la suerte de que habían cancelado una reserva justo para dos personas.
El local es pequeño y acogedor. El trato cercano y amable. No es ruidoso cosa que se agradece y eso que estaban todas las mesas ocupadas.
Pedimos sopa de tofu, Pad thai de pollo, okonomiyaki y rollitos vietnamitas. Lo mejor la okonomiyaki con las laminas, de atún desecado, bailando solas por el efecto del calor. Choca el sabor a beicon en un plato oriental.
Buena también la sopa de tofu. Al Tahi le faltaba, para mi gusto, llevar algo de picante y el pollo más tostadito, pero estaba bueno.
Creyendo que nos ibamos a quedar con hambre pedimos los rollitos que para nuestra sorpresa llegaron enseguida pero fríos.Todo apunta que el plato ya estaba hecho. Salvo que se coman así, pero la pasta venia con la apariencia tostada de una fritura.
Lo negativo es la espera. Te toman nota enseguida, te traen la bebida y unos snacks de cortesía pero los platos se demoran mucho. Te pones un poco nervioso y corres el riesgo de coger una toña con el vino.
Por otro lado se echa de menos algún postre más, amen de la tarta de chocolate y queso. No estaría mal una macedonia con toques cítricos y lichis.
Un consejo pedir media okonomiyaki
Bien de precio.
Seguro que repetiremos

Que decepción! Con la buenas críticas que tenía. Me decidí a probarlo, junto con dos amigas nos fuimos a comer un jueves a mediodía, sólo estabas nosotros.
Nos traer la carta, cuando empezamos a pedir nos dicen que algunos de los platos que hemos elegido ya no están en la carta que la tienen que rehacer (bueno, no somos adivinos, si no lo dicen antes lo tenemos en cuenta, pero esperar a ver si no los pedimos, pues no, no me hacen ninguna gracia estas cosas, no había nadie en el local podría haberle dedicado 2 minutos a explicarlo).
No quiero ni imaginarme el servicio con el local lleno si es que se llena en algún momento.
Entre otra cosas, pedimos los xiaolongpao, tanto al vapor como a la plancha, aunque no notamos casi la diferencia y luego nos dicen que tenía sushi, incautos se nos ocurre pedirlo, nooooo, estaba frío de la nevera, pufffff.
Lo único destacaba el Okonomiyaki, pero por lo demás…
A una de mis amigas, a final se le ocurre pedir postre, a lo que le dicen que sólo tiene tarta de queso, pues bien, lo pide y a los dos minutos vienen y le dicen que se ha acabado y que no tienen nada más (ni aunque sea un poco de fruta??)
Si volveré? Pues no lo creo. Hay muchísimas otras alternativas en Ruzafa, para plantarme darme una segunda oportunidad. Le pongo dos estrellas, por que la decoración del local es muy original, pero en fin, si vuelvo a leer este comentaría tal vez lo deje sólo en una.

Las precedentes reseñas irenianas y esas fotos de comida a las que sólo les faltaba poder rascar en la pantalla para oler hicieron que este local fuera directo a mis «Favoritos-​para-​probar». Tras cometer la primera noche la osadía de venir sin reserva, tuvimos que buscar una segunda oportunidad, porque aquello tiene unas ocho mesas y está siempre a parir. ¿Qué hemos aprendido? Antes de ir, llamar.
Cuando por fin pudimos sentarnos otra noche de reunión –cinco personas– yo tenía las expectativas por los aires, por el olorcito que sentí pero no caté la primera fallida noche, y mis amigos, eternos remolcados y cobayas de mis descubrimientos locales, ejercían presión atmosférica añadida. Ojalá estuviera riquísimo.
Pues bien: lo está. Pedimos rollitos, yakisoba, carnes, arroz… Todo mu rico. El camarero, majérrimo hasta los límites de la coña incómoda, nos recomendó un par de cosas cuando dudamos y también nos aconsejó sobre cuántos platos pedir de cada cosa en el caso de la pasta. En todo acertó. Para rematar, no podíamos irnos sin probar la famosa «tortilla-​que-​se-​menea». Vino precisamente como último plato y, desafortunadamente, fue lo que menos gracia me hizo. Demasiada salsa random, quizá. Así que no nos quedó más remedio que pedir de postre una tarta de queso –casera, creo recordar– que sentenció en condiciones.
Un dato que quiero remarcar es que, además de las cuatro cervezas asiáticas de rigor: la de China, la de Japón y la de Tailandia (no, no soy especial admiradora de ninguna de estas marcas), tienen… agarraos los machos… ¡ ¡ V E R M Ú ! ! Sí, sí. Y nada de martinis ni cinzanos, tienen Casa Mariol, una botellaca que es bonita por fuera y por dentro. Quizá no es la bebida más adaptable a la salsa yakitori pero, cuando todo se va a mezclar en estómago, anda que no nos gusta un mestizaje.

En general el sitio me ha gustado, pero le pondría un par de peros para mi bastante importantes.
El sitio es pequeño y con una decoración agradable. Tienen unas 10 mesas y nada más que entras ya te das cuenta de que es un sitio familiar. La encargada es la misma cocinera que te saluda al entrar y su hija, la camarera. Muy majas y agradables las dos. Lo malo, estamos en diciembre y hacia frío, bastante frío como para que tanto yo como otra acompañante nos tuvieramos que poner la chaqueta y comer con la chaqueta puesta, no es lo más cómodo del mundo.
En cuanto a la comida, me ha gustado todo, recién hecho, con productos frescos y presentado con gusto y cuidado. Lo malo es que tardan bastante y entre el frío que hacía y la espera, la verdad es que ya no te sabe todo taaan rico cuando al fin te lo sirven porque estás un poquito cabreada.
En cuanto a los precios, me ha parecido más que razonable 29 € tres personas, pidiendo 5 tapas (el tamaño de las tapas es el de un buen plato) y tres bebidas y nos hemos quedado bien.
Me he quedado con ganas de probar alguna cosa más, que no tenía ni idea de qué eran, pero si vuelvo será en verano y porque esté por ruzafa, no creo que vaya adrede allí.

Fenomenal toda la comida !!! Esta estupendo y la cocinera lo hace todo a la vista, muy limpio! Lo único que es como muchos otros sitios un Max mix de comida asiática entre Japo China Vietnam thailandia pero muy recomendable de todos modos y con un precio asequible.
Mención especial a la dueña que atiende a todos estupendamente

Gracias a 2 Unilocalers tocayas y la organizadora estrella, María Q., tuve la oportunidad de descubrir este sitio que me ha encantado. Es una suerte que me llevasen, porque la verdad es que la fachada no llama nada la atención para entrar. Probablemente por eso y porque lo han abierto hace poco, el local estaba vacío.
La decoración es bastante minimalista, más próxima al estílo nórdico europeo que al oriental. No se trata del típico restaurante chino, ni de un japones al uso, sino de una taberna asiática. Y si obviamos el hecho de que la barra no está destinada a los a tomarse nada en ella, la verdad es que el local e recuerda más a un bar que a un restaurante. Tal vez eso lo hace más acogedor que otros sitios. Eso y la mujer que lo lleva junto con su hija, las dos encantadoras.
Y claro, si este no es el típico chino, tampoco la cocina es la típica. Sí, hay noodles, algo de dumplins y algo de sushi. Pero lo más interesante es salirse un poco de lo habitual y dejar que la camarera te guie con su espachiñol. Edamame, tallarines Pad Thai, ensalada de algas… todo bastante correcto. Pero sin duda, la estrella de la comida fue el Okonomiyaki, una especie de tortilla japonesa rellena de mil cosas (bacon, verduras) y con otras mil por encima (salsas varias y calamar deshidratado O_​o). Yo que de pequeña veía mucho animé, tenía ganas de probar este plato que cocina el personaje de Ukyo en Ranma½. Y vaya si está bueno. Sabe parecido a una quiche, pero me atrevería a decir que es más contundente. Hay que probarlo, señores.
Aunque no tomamos vino, ni cerveza, ví que tenían de varias marcas asiaticas. Y ¡vermut de Casa Mariol! (eso les da puntos extra, para los amantes del diseño gráfico).
Salimos bastante llenas y a menos de 10 € por cabeza. Un precio estupendo para una comida muy rica y diferente. Yo ya estoy pensando en repetir.

Escogimos una fantástica opción para celebrar que ya somos tres Irenes en Unilocal convocadas por la siempre atenta María Q. En esta taberna, sencilla y acogedora al mismo tiempo, fuimos atendidas con gran amabilidad y eso a pesar de la dificultad del idioma. A crear este ambiente cercano también contribuye el hecho de que la dueña y cocinera del local elabora los platos al momento y de manera visible para el comensal.
Todos los que escogimos fueron un acierto, a mí en concreto los más sencillos como la ensalada de algas, las bolas de arroz y las habas de soja fueron los que más me gustaron, pero debo de reconocer que a pesar de que el bacon y la salsa de la tortilla me descolocaron. estaba riquísima.
Las raciones son cumplidas con lo que por un más que módico precio puedes levantarte de la mesa sin pizca de hambre y con el bolsillo contento.
Mi intención es ir probando poco a poco todos las propuestas de Tao Tao para poder calificarlo con 4 deliciosas estrellas

El primer lugar al que va este restaurante-​taberna asiática es a mi lista de sitios donde regalan sonrisas, la dueña y cocinera parece que tiene un lifting de oreja a oreja, vamos un gusto que te atiendan así. Entramos un martes a mediodía y tenía el ventilador a tope la pobre, y es que con el calor y sin aire acondicionado cocinando, lo debe pasar mal. Sin embargo, para nosotras fue de lo más agradable, ya que no me gusta nada tener que llevar chaqueta (o incluso forro polar) a los sitios con aire excesivo o chorro congelado, y aquí se estaba perfecto a pesar de la basca de fuera.
El local es muy nuevo, tiene una reforma muy apañada y mesas suficientes para unos 25 comensales. Puedo decir que estaba todo impoluto, los baños blancos nuclear, las paredes brillantes, las mesas sin una mota, eso me llamó la atención.
Íbamos pensando en el menú del día, pero la hija de la dueña, una chinita muy sincera, ya se encargó de decirnos que si pedíamos de carta era mejor y más barato ¡vaya que si acertó! Le hicimos caso, porque no nos apetecía lo que tenían ese día de menú (pizza china, yakisoba y no sé qué más), el caso es que nos estudiamos la carta para examen y al final nos decidimos por: bolas de tofu con verduras, pad thai de pollo, ensalada de algas y okonomiyaki, todo al centro de la mesa para compartir entre 4 personas. Quedamos más que satisfechas, no nos hizo falta ni postre (menos mal, porque no tienen); y la comida resultó una explosión de sabores y texturas, bien presentadas, cocinadas y a un precio espectacular.
Por orden: me fascinó la ensalada de algas, aderezada con una vinagreta tipo sunomono muya decuada y ligera; me encantó el okonomiyaki, no sólo por lo bonito que era (una especia de tortilla o quiche japonesa con huevo, soja, verduras, gambas y bacon), sino por lo sabroso y bien cocinado que estaba, para repetir; el pad tahi me gustó mucho también, nada aceitoso y con pollo cortado a tiras y sabroso, cada cosa sabía a lo que tenía que saber. Por último, las bolas de tofu, que como tenían una textura glutinosa y yo no soy nada fan, pues no me gustaron demasiado, pero mis compis dieron buena cuenta de ellas. He olvidado nombrar el edamame, cocinado al vapor con sal gorda, como debe ser. Para los que no lo sepan son habas de soja en su propia vaina y no duraron nada ¡cayeron como pipas!
Estábamos solas, y el servicio fue muy rápido y atento. Me fijé en que tenían tanto cerveza japo como china, así que a la próxima cae una. Una cosa que me hizo mucha gracias es que en la carta está tachado con boli (así a mano, cha, cha) «setas chinas» de todos los platos. Se ve que al final decidieron no meterlo por causas que desconozco, jeje. Otra cosita, no había temaki, ohhhhhhh, nos dijo que todavía no lo estaba haciendo, así que tendré que volver a probarlo que seguro que está rico.
Estuve interrogando a la chica, cómo no, y me dijo que era china pero que le gustaba la cocina asiática en general, y que sus amigos españoles iban probando sus platos y le gustaban ¡por eso montó el restaurante! El caso es que es una fusión muy bien pensada, a la que con un poco más de tiempo y todos los platos de la carta, incluso las setas chinas, le veo futurazo en el barrio.
Por cierto, tienen gran variedad de tés raros y conocidos. Nos pedimos una infusión de mangostán a baso de raíz de un fruto (ese) muy extraño que al parecer tiene múltiples propiedades, estaba dulce y rica, pero extraña (se veíà la raíz flotar en la tetera, nada de polvitos). Pero bueno, que si eres de carajillo o bombón, la china te lo hace igualmente, como una reina. Cuenta total para 4 comensales con agua, tés y café, 32 euros. Me parece fascinante.

Descubrí está taberna asiatica hace poco más de un mes paseando por el barrio. Miramos rápidamente la carta y no nos llamó mucho la atención. Ciertamente es fácil encontrar casi todos los platos en otros lugares, pero nos atrajó el okonomiyaki y sólo por eso nos decidimos a entrar.
El local es bastante amplio y parece recientemente reformado. Tiene la cocina a la vista y así pude disfrutar durante la comida de la cocinera realizando tallarines.
Como era una cena rápida pedimos 3 platos que detallo a continuación:
–okonomiyaki: realmente estaba muy rico, de los mejores que he comido por aquí.
–empanadillas:pensaba que serían más ligeras a modo de Gyoza pero no, me parecieron congeladas y algo grasientillas.
— tallarines salteados: también muy buenos.
La atención del camarero genial, nos hizo estar muy agusto.
Como anécdota nos pareció que tenía un olor muy fuerte, como a bajante, aunque me indican que en una visita posterior no percibieron nada así que quizá ya esté solucionado.

Adoro la comida asiática pero hay lugares de los que no he salido contenta. En esta acogedora taberna de Ruzafa comí muy a gusto, y es que además de tener platos riquísimos (especialmente el okonomiyaki, una masa de grandes ingredientes como la sepia cocinados a la plancha) te atienden muy amablemente y resuelven cualquier duda sin malas caras (al contrario, con bastante esmero). Los precios no están mal si comes poco y compartes platos; merece la pena de hecho para probar más cosas.
PD: El Pad Thai también está buenísimo, ¡pídelo si te animas a ir! ;)

Queremos repetir, nos gustó en general y realmente agradables con nuestro hijo de dos años. Nos sentimos muy a gusto y cómodos.