A primera vista un lugar clandestino, restaurante en los bajos de un museo… intrigante. Abres la puerta y una pesada cortina te corta el paso, la apartas y te recibe el camarero: los primeros ingredientes para un gran recibimiento, la intriga!!. Un jueves noche, tras Navidad y Reyes hacen que solo esté ocupada otra mesa más en la otra esquina del restaurante: silencio, buena temperatura y toda la cocina al alcance de la vista desde tu mesa. El espacio es sencillo: instalaciones vistas, colores sobrios, cortinas metálicas, toque nórdico en el mobiliario y una cocina escaparate. Nos dejan elegir mesa y traen la carta, nos recomiendan. Tras seleccionar los platos(siempre producto de temporada) elegiremos la bodega. El menú consta de dos platos, postre y unos aperitivos sorpresa, todo ello por 33 €. Las raciones son correctas(para mi suficientes) y te ofrecen la posibilidad de medias raciones en los primeros(que prácticamente son raciones enteras), para tener la oportunidad de probar más platos. Para beber pedimos un Tinto personalizado de Bodegas Enate, los aperitivos sorpresa constaron de Croquetas de Bacalao mini Pizzas y Mejillón con pisto. De primeros no pudimos resistirnos al Arroz caldoso que es la especialidad de Manolito(riquísimo) y un Pulpo con ñoquis con una explosión de colores impresionante. Para segundos nos decantamos por Pularda y Vaca, ganando esta última: exquisita y al punto. De postre re-interpretación de Selva Negra y Pastel de Zanahoria con Chocolate blanco todos ellos aderezados con unas florecitas comestibles. ¿Mi único«pero»? el pan, cada vez que se acababa te lo reponian instantáneamente pero no lo encontré muy conseguido. Por todo lo demás salí muy satisfecha. Sin duda fue una gran experiencia, estaba deseando volver a catar el buen hacer de Carmelo Bosque desde que probé la oferta gastronómica del Resaturante del Paraninfo y he quedado muy contenta en esta nueva andadura con Quema. Y la sorpresa me la reservo para el final… desde que estuve el año pasado desayunando comento lo mismo: «si vas a Quema no olvides darte una vuelta por los baños». El baño(mi gran fijación en un establecimiento hostelero), es en un restaurante igual de importante que su oferta gastronómica o su atención al cliente: es su filosofía. Buen ejemplo de #Gastromarketing es QUEMA.
Maño C.
Rating des Ortes: 5 Zaragoza
Otro TOP de la ciudad. Una maravilla. Menú por 33 € que conforme lo lees sabes que vas a tener que volver porque lo querrás probar todo. La cocina es creativa, moderna y cuidada, de esa que merece la pena pagar porque detrás hay la mano de un gran profesional que sabes que prepara cosicas distintas a las de diario(al menos para mí). Todo esto apoyado en una excelente materia prima. El servicio es joven pero bien preparado. Personalmente me gusta porque no es tan rugido como en otros restaurantes de postín. Me llamaron especialmente la atención los primeros. Creo que se podrían pedir todos y siempre acertarías. Los camareros hacen varias sugerencias sobre los platos más reconocidos por el público. Para los segundos os recomiendo el pescado. Primero porque trabajan según mercado, lo que garantiza un calidad superior y, después, porque siempre se aprecia más la mano del chef. De todos modos la carne tampoco decepciona. Los postres buenos pero no espectaculares. Me sorprendió porque es un punto muy dado al lucimiento. De todos modos no dejamos ni una miga y en cualquier otro sitio llamarían la atención, pero aquí quizás se esperaba algo más elaborado. Mi único pego es la decoración. Muy rollo industrial y carente de calidez. Parece más una cafetería que un restaurante de autor. Aún así se puede llevar. Muy curiosos sus baños y siempre se agradece la cocina a la vista, aquí se puede apreciar el mimo en la elaboración de cada plato. Los auguro un gran futuro y seguro que llegarán al cielo de las«estrellas». Espero que entonces siga siendo tan accesible para la gente de a pie.
Mario L.
Rating des Ortes: 4 Zaragoza
Pues muy bien. Ya tenía ganas de venir y la verdad, tan bueno como esperaba. Muy buen ambiente, buen servicio, el punto ese de estar en un museo… todas esa cositas que me molan. Nos apretamos un menú degustación con cuatro platos y el postre. Bien, muy bien. Los postres mejorables. La menestra, memorable. Todo de la mano de dos chefs que saben bien lo que se hacen. La entrada al restaurante también podrían mejorarla un poco, pero en fin, nada es perfecto.
Patricia S.
Rating des Ortes: 5 Zaragoza
Recientemente estuve con unas amigas gastropiradas que nos moríamos por conocer el nuevo restaurante de moda de Zaragoza. Con mucha ansia y muchos whatsapps fruto del ansia viva que sentíamos y que ahora no vienen a cuento, conseguimos quedar y hacer la reserva. Cuando llegas a la puerta, hay que reconocer que al estar en un lateral del Museo Pablo Serrano, pasa algo inadvertida. Entramos, cruzamos unas cortinas de flecos(si, flecos a lo charleston de los años 20) y accedimos a la sala la cual, es un espacio diáfano, luminoso, moderno y funcional como me gustan a mi los restaurantes, para que no haya elementos que te distraigan del plato que tienes en la mesa o la conversación que te brindan tus acompañantes. Procedimos a sentarnos en la barra… si, en la barra porque reservé para comer allí desde donde se puede ver todo el trabajo de cocina al ser la pared de cristal… Si las hay que se ponen en primera fila para ver a Bisbal y gritar como posesas, a ver porque nosotras no podemos comer en la barra para disfrutar del espectáculo de ver el trabajo en una cocina de primera capitaneada por Rai y Manolito, que son dos ases en esto de los fogones. Nuestro menú fue un menú «especial»… a ver si me explico. Puedes comer de menú o a la carta, pero si van grupos organizados y avisan con tiempo, se puede solicitar un menú de degustación diferente. Nosotras disfrutamos como enanas sin poder encontrar ningún «pero» a los platos que nos sirvieron. — El Canelón de queso Parmesano, albahaca y limón, era un espectáculo de texturas y sabores que inundaban la boca; — El Tartar de tomate con ahumados y salazones era puro saborazo; — Las Alcachofas fritas con fiambre de papada y mahonesa de Mostaza estaban simplemente increíbles y creo que fue mi plato favorito; — El Arroz meloso de callos de bacalao y espinacas estaba cremoso, suave, elegantemente sutil…; — El Rodaballo con jugo untuoso de galeras y mahonesa de azafrán estaba correctamente cocinado, con el pescado en su punto exacto; — El Solomillo con sala chimichurri y patatas estaba simplemente soberbio; — El postre, «Pasion Royal», con sorbete de fruta de la pasión, manzana verde, keffir, hierbabuena y aceite de oliva era sumamente refrescante, delicioso y estimulante; — Y para concluir, el Cremoso de chocolate blanco, crumble de café y reducción de naranja Sanguina, teníà la combinación perfecta de texturas y sabores para un postre excepcional. Para beber, pedimos los vinos de la casa, unos Somontano embotellados para el restaurante y que me resultaron muy acertados para el menú. En cuanto al servicio, nada de peloteo… gente joven muy eficientes, simpáticos, muy bien formados y que no les molestaba repetirnos cien veces el nombre de los platos o repetirnos otras cien la explicación de éstos. Sin duda, estoy deseando volver para probar otros platos además de ir un día a desayunar que me han chivado que se desayuna barato y excepcionalmente bien.