Prosciutto

Llegamos y nadir nos recibió hasta que a los 5′ de estar parados en la puerta un mesero nos dijo que el meitre ya venía. Cuando apareció nos sentó en un lugar espantoso con una mesa muy pequeña en la que apenas entraban los dos platos.
A mi izquierda había una escalera. La pared TOOOODA manchada de quien sabe que cosa q se les cayo. Toda la cena pensando que si un mesero resbalaba me quedaba un plato de tallarines de sombrero. Las paataaque pedimos eran ricas. Nada q no pueda mejorarse ni que resalte de otros. En el menú no aparece la bebida y el mesero QUE NO MEDIO PALABRA MAS QUE LAS NECESARIAS PARA TOMARNOS EL PEDIDO, asumió que queríamos vino. Por suerte le avisamos a tiempo que no.
No es un típico bodegón, es mas un resto boutique, pero le falta calidad en sus alimentos y mucha presencia de un jefe entre los meseros maleducados…

Típica cantina italiana, ambientada como tal. Un clásico de la zona por el que muchas veces había pasado pero que nunca había podido probar. Sinceramente, esperaba un poco más.
No es que sea malo, para nada. Pero con tanta alusión a Italia, uno espera unas pastas de primer nivel… pero no, definitivamente no están a la altura de las expectativas. Tal vez el error haya estado en mis expecativas, ya que no era un MAL plato. O, quizás, y contra todos los pronósticos, la especialidad de la casa no sean las pastas. Me sorprendería que sea así. Por mi parte, y pese que te puede salvar la noche si no querés caminar hasta Callao o hasta Rivadavia, no creo que vaya a darle otra oportunidad.
Así y todo, muy buena atención, y precios lógicos si se usa Club La Nación.

Lindo lugar familiero cenamos entre 2 por 400 pesos y con el descuento de Club LaNacion pagamos 320, eso si solamente aceptaron el pago en efectivo más allá de aceptar crédito y débito

Prosciutto, como su nombre lo indica es un restaurante de comida italiana. Tanto sus platos, su estilo y su decoración te hacen sentir en un bodegón tano. En esta esquina de junin y sarmiento, unas pizzarras gigantes anuncian el menú del día. Una vez adentro hay millones de patas de jamón crudo colgando y frascos de vidrio altísimos con pastas secas. Me encanta un fonógrafo que está exhibido. Hay muchas antiguedades dando vueltas.
Fuimos con amigas después de un programa de radio, tarde, y no había mucha gente asi que estuvimos re tranquilas y bien atendidas. Yo pedí unos ñoquis a los cuatro quesos que estaban espectaculares. Todos los platos estaban ricos. No hace falta aclarar que las pastas son caseras.
Se destaca mucho la atención de los mozos, muy buena onda y en todos los detalles. Es un poco caro, pero la comida es excelente. En época navideña venden pan dulce artesanal en unas latas divinas, ideales para regalar.

Amo Prosciutto profundamente. Es un bodegón bien tradicional y decorado a la antigua (por ejemplo en la entrada te recibe un tocadiscos con una vitrola). Las paredes están pintadas de bordeaux y una escalera de mármol enorme conduce a un segundo piso donde se ubican un par de mesas más (todas ellas vestidas con manteles blancos y bordeaux). Lo más interesante de la decoración, es que del techo cuelgan unas cuantas patas de jamón crudo, en honor al nombre del restaurant (¿quién no quiso alguna vez llevarse una de esas patas a su casa?).
La atención fue muy buena y el ambiente super relajado y familiar. La carta tiene nombres italianos y los platos son exquisitos. Las pastas son realmente espectaculares, y vienen con salsas igual de buenas. Si bien hay buenas carnes, pollos, pescados, etc. yo les recomiendo que vayan por las pastas. Van a encontrar una variedad interesante.
Los precios son normales, no es carísimo pero tampoco un regalo. De todas maneras vale la pena.