Vivaldi

Vivaldi es la opción cuando querés escapar de Fsoc (pero no tanto como para ir a la Barbarie) A veces menos bullicioso que la facultad, con sillas y mesas aseguradas, y algunos enchufes para recargar energía.
Es súper luminoso, quienes atienden siempre son muy buena onda y es limpio. Quizás su cocina no se destaque por la de otro bar de la zona, pero para los estudiantes es una opción sumamente valorada.
Los combos de desayuno/​merienda son accesibles al bolsillo.

Bueno. Vivaldi tiene algunas ventajad: está en la esquina de la facultad, tiene tarjeta y hace buen café. Pero sobre todo tiene un público cautivo. Porque no, a La Barbarie no voy a ir y el de mitad de cuadra es deprimente nivel pienso que me van a dar el vuelto en Lecop.
El café con leche es bueno en sí mismo. Y las medialunas salvo muy pocas veces, son ricas. Los tostados de árabe son una especialidad. Y hay muchas opciones de almuerzo.
Probé la tortilla, la milanesa y la tarta con ensalda. Geniales opciones. Todas. Incluso se pueden compartir. Incursioné en el salteado: era una trampa. Yo pensé que iba a ser un wok simil chino, pero era más bien un sarteneado de arroz común tipo Oro con verduras demasiado hervidas, muchos brotes de soja y sobre todo mucho aceite y salsa de soja. No estuvo bien. Pero quizá yo pretendía otra cosa. Se le puede agregar pollo y carne de vaca (y juntan energía y grasas varias para toda la temporada).
Si van, además, pueden chusmear los libros, el catálogo es muy bueno.

Es el bar que obligadamente existe en la historia universitaria de cualquier estudiante, y que a los de sociales nos estaba faltando. Es cierto, también teníamos La Barbarie, que ahora funciona frente a Vivaldi y acobija siempre cuando no hay un cobre. Pero Vivaldi tiene algo, muchos algos.
Está a unos pasos cruzando la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, o sea que su target cae de maduro. Siempre digo que tengo una especie de romance con mi carrera y mi facultad, por lo tanto Vivaldi, refugio de estudiantes y profesores efesoqueros en un 99%, es mi hogar, y el de muchos. Punto de encuentro de innumerables momentos, de stress, festejo, amistad o inspiración. Los pibes que atienden son lo máximo, siempre bien predispuestos y cordiales. El hecho de que sea además, un bar literario, con vitrinas llenas de libros que te prestan con la mejor para hacer más grato el momento, lo hace todavía mas soñado.
Y si algo pudiera faltar, lo completa una carta estratégica y solidariamente pensada para el estudiante. Nos da la posibilidad de comer bien y barato, nos muestra que la porquería fast food no es la única alternativa. Woks de vegetales con pollo o lomo, milanesas, solas o napolitanas, con puré o ensalada, los infaltables tostados y pizzas, medialunas húmedas y macizas, tortas, jugos exprimidos y postres que se la juegan, son el paraíso para el estudiante hambriento, que va a este café buscando sentir una comodidad familiar.

Parte de mi vida facultitativa transcurrió (y aún transcurre) en este bar. Desde juntadas a hacer trabajos prácticos hasta cenas de festejo con mis compañeros por haber dado bien un final. Es por eso que le tengo tanto cariño; tengo muchos lindos recuerdos en este bar y voy a seguir juntando anécdotas de acá hasta que me reciba (incluso después de eso también, ¿por qué no?).
En Vivaldi se reúnen tanto alumnos como profesores, ya que está ubicado en la esquina de la Facultad de Sociales de la UBA y a pocas cuadras de UADE. Me ha pasado de rendir un final con el titular de la cátedra y que a los 10 minutos estemos los dos sentados en mesas contiguas almorzando en Vivaldi. Y eso es lo lindo, puertas adentro se pierde esa diferencia de alumno-​profesor y la autoridad que tiene uno sobre el otro.
La atención es excelente; los mozos son super sociables, atentos y rápidos. Nunca nos hicieron problema por instalarnos horas y horas en una mesa para resolver algún trabajo práctico o por ser los últimos en irnos del bar un martes a la noche. Al contrario, el trato fue siempre muy agradable.
Además la comida es buenísima. Salir de cursar a la noche y hacer una pasadita por Vivaldi es un de esos pequeños gustos que uno se da cuando tuvo un día pesado. Y les aseguro que les cambia el humor. Yo suelo pedirme alguna ensalada (que son buenísimas todas) o un salteado con pollo que es una delicia. De postre o a la hora de la merienda, obviamente tienen que pedir la chocotorta. Si voy con un grupo grande pedimos lo clásico: pizzas y cervezas. Son riquísimas y los precios son razonables. Sin dudas recomiendo este lugar.

Vivaldi es un café muy concurrido por estudiantes y sobre todo por profesores de la Universidad de Buenos Aires de Ciencias Sociales, sede Constitución. Es un poco más «paquete» y caro que el otro restaurant ubicado enfrente (que es el más elegido por los alumnos), por eso en éste concurre más los docentes y no docentes. Tienen minutas y todo tipo de cafetería y cosas dulces para acompañar. Mientras tanto, podés leer un libro o relajarte. La atención es muy buena y rápida. Sin embargo, yo prefiero el otro, pero cuando está lleno, Vivaldi no deja de ser una buena segunda opción.

Toda facultad necesita un barcito enfrente donde los estudiantes puedan ir a estudiar, hacer trabajos en grupo o liberar la mente un rato. Vivaldi está en la esquina de la Facultad de Sociales de la UBA y cumple muy bien su función. Suele estar bastante lleno, sobre todo cerca del horario de entrada y salida de clases, lo que lo hace un poco ruidoso cuando te querés concentrar. Ofrecen desayunos, almuerzos y meriendas: no tienen una carta muy amplia pero sí todo lo que un estudiante necesita (incluyendo una riquísima chocotorta para acompañar con café las tardes de invierno).
Un detalle a destacar es que tienen una gran biblioteca donde se puede elegir algún libro para disfrutar mientras se come algo. Tienen también una conexión wi-​fi rápida, lo que es muy útil porque te saca de apuros. Los precios son razonables y el ambiente muy confortable, siempre suena música bajita y te atienden con una sonrisa!