La Chancha y los 20

Lo podría calificar como un lugar diferente. Uno está acostumbrado a los bares con leds, tv, ambientación minimalista o contemporánea. Pero acá entras, te encontras con un ambiente tranquilo, música folclórica, decorado con artículos de uso común pero de muchos años (quién sabe por cuantas manos o galponcitos de atrás hayan estado hasta ocupar ese lugar en las paredes) una barra que más bien parece haberse quedado en el tiempo de Mendieta Xq parece de una pulpería. Las mesas y las sillas son todas diferentes, algunas redondas, otras cuadradas, algunas parecen sacadas de una biblioteca o dirección de escuela. Y lo más gracioso es la ropa colgada en el medio del salón.
La comida es muy rica, abundante, y de costumbres nacionales. Allí van a encontrar el flan con dulce de leche, el revuelto gramajo, el vermut con soda.
Hay 3 menú para cada tipo de carne, p el de vaca, cerdo y pollo. Hay menú para vegetarianos tb. Mientras esperas te traen una ricas lengüitas y unos porotos.
La atención es muy cordial y des estructurada, nada de bandeja de mozo!

Buena comida-​Buena onda-​Buenos precios-​Lindo ambiente, todo lo que se puede esperar en «La Chancha y los 20». Ambientado al estilo almacén viejo, con mucho de reciclado de muebles y decorados antiguos acompañan las luces bajas y la tranquilidad digna de una noche a solas con tu pareja probando la variedad de platos que tiene la carta, en particular nosotros pedimos pastas caseras y son de las mejores que probé en mucho tiempo, a eso agregarle la entrada de cortesía, unas berenjenas al escabeche que amenizan bien la espera de los platos (que no fue mucha). Super recomendado para gente que busca un lugar tranquilo.

Si te gusta combinar arte y comida casera este es tu lugar. Ambientado como un barrio italiano o un viejo barrio rosarino, en cada punto que Visualicemos hay un detalle que nunca sale de su estereotipo. En cuanto a la comida muy buena no puedo recomendar un plato ya que la carta siempre cambia. La carta es un pizarrones y han puesto detalle hasta en los platos que son diferentes por cada comida. Lo único la carta de vino es bastante basica, pero se compensa por la comida y el lugar. Digno de conocer.

Muy rico el plato. La presentación me encanto.
Muy buena atención.
No me costo tanto como pensaba ($).
Muy buena la ambientación.

En la esquina de Salta y Suipacha se encuentra este imponente restaurante que desde afuera no sé si dice mucho pero lo que respecta a su interior en decoración, ambientación de los viejos almacenes con un espacio donde hay botellas vacías de todos colores, y mesas elevadas por una tarima, sectores medios escondidos y acogedores y en el centro la recepción, es un lugar adorable.
Fui ya como tres veces y las tres comí como los dioses. Siempre tienen comidas elaboradas, menús del chef, una vez comí una boga despinada con una salsa de no me acurdo qué, pero re suave, que era una delicia. Otra vez comí un lomo al champiñón con papas y verduras al vapor que era para chuparse los dedos. Y la otra vez no recuerdo qué comí pero era todo tan rico que terminamos compartiendo platos entre las chicas. No podíamos parar de comer y tomar un rico vinito, siempre, obvio.
Bueno, los platos no son muy económicos, pero tampoco fuera de lo común, arrancan de 80 o 90 para arriba. Por lo general, te traen unas entraditas para comer con pan como porotos al escabeche o algún tipo de entrada así que te lo devorás al instante de lo rico que es. Y después, como casi ninguna de nosotras somos muy dulceras, por lo general nos tomamos un cafecito o una bochita de helado. Algo tranqui de postre. Pero el lugar es fantástico, los chicos que atienden, todos jóvenes, unos mozos adorables.
Recomiendo cien por ciento este lugar. Vayan, prueben y encántense con aquel ambiente. Ah, cuando vas a los baños también tenés una ambientación como si estuvieras en otra época, quedan afuera, atravesando un patiecito. Divino, todo muy vintage y paquete.

Me encantó este lugar! Tuve la suerte de poder ir a la inauguración gracias a una amiga que trabajó para ellos haciéndoles la parte de diseño gráfico: logo, tarjetas y demases. Está ubicado en una esquina típica del barrio de Pichincha, y se lo puede reconocer porque tiene en su fachada un mix de ladrillos vistos y revoque todo en color terracota.
Tiene una onda muy particular, de estilo bien rústico con toques de diseño que fueron muy bien pensados y logrados. Por ejemplo, hay una estantería llena de botellas de vidrios con agua de colores. parece una pavada, pero queda hermoso!
En el centro del bar hay una barra en forma de U, con ladrillos vistos y madera. Todas las mesas y sillas sin diferentes, cada una tiene su toque especial. Con mis amigas nos sentamos en una que tenía banquitos de madera con almohadones de diferentes telas y colores.
Nos sorprendió su propuesta gastronómica, había 5 platos para ordenar y todos muy innovadores y fuera de lo común. Me acuerdo que pedí cazuela de mariscos y fue una excelente decisión. Tomamos el vino de la casa y también era muy rico. Los precios me parecieron adecuados y la atención súper relajada y buena onda.
Noté también que había gente de todas las edades, grupos de chicas más grandes (me encontré con una profe de la Facu y su grupo de amigas jaja), parejas y gente más joven que yo también. Me gustó la iluminación general del lugar, bien tenue. aunque justo nosotras teníamos una lámpara encima de la mesa que nos tiraba un poco de calor y nos encandilaba. Este detalle fue insignificante y la pasamos genial ;)

Le asigno cuatro estrellas por la decoración y los detalles que lo hacen único. La Chancha y los viente esta unicado en pleno barrio Pichincha, si bien no tienen un pizarrón extenso (no hay carta, solo pizarrones con los platos del día), la comida se destaca por lo casera y de estilo rústico, criollo, muy sabrosa y van cambiando los menues bastante seguido. Respecto a la bebida tienen tragos y algunos vinos (no hay mucha variedad en vinos pero los que trabajan son de buena calidad). La decoración es un punto aparte, entrás y te encontras con un lugar que recrea un conventillo, ropa tendida que cruza las mesas, una barra al estilo pulperia y muchas botellas de colores decoran el lugar, en estanterias, apiladas, todo tiene detalles que no podés dejar de mirar. La atención es muy buena, los mozos tienen toda la onda y te traen el pizarrón para que elijas el plato. Los precios buenos, super razonables. No trabajan con tarjetas de credito, solo efectivo. Un lugar diferente con estilo propio y una cocina muy sabrosa.

De éstos bares quedan pocos. Con una estructura y ambientación antigua, desde que lo conocí me encanto. Fui por casualidad a un cumpleaños (no tenia ni idea que existía éste lugar) y quedé fascinada!
Es otro de los tantos bares que se encuentran en la movida gastronómico nocturna de Pichincha, pero éste con un encanto especial.
Sus comidas son completamente caseras y su ambiente es como la típica pulperìa o fonda (que me hubiera encantado conocer). Todo es muy Argentino, tradicional con comidas abundantes. Los platos son pocos pero muy recomendables. Quien me llevó me contaba que semanalmente cambian los platos en sus cartas así que la variedad se nota si vas seguido.
Su decoración, alucinante!!! Un lugar oscuro, con carteles tipo pizarrones colgados con frases algo campestres, vitrinas con botellas cada una con un liquido en colores diferentes y mesas con sillas antiguas. La fachada es de un edificio viejo con ladrillos vistos.
Hacen promociones semanales. La semana pasada, por ejemplo le tocó el turno a los tragos en los cuales encontrabas campari 2×1 o fernet a dos por $ 70.
La calidez del lugar, su ambientación y el buen comer lo hacen todo!
Diez puntos para La Chancha y los 20!!!