Este bar está en el último rincón de Ronda, y no pilla de paso a ninguna parte, pero merece la pena darse el paseo y visitarlo. Al pedir la bebida, te ponen tu platito de aceitunas, aliñadas y de la tierra, muy buenas. En su carta tienen tapas y raciones, siempre usando productos locales y con un toque gourmet. Mis tapas favoritas son la de queso payoyo de cabra(1,25 €), las gulas con huevo de codorniz(2,50 €), los bocaditos de setas(son croquetas, y te ponen 8 unidades por 5 €), la masita de salchichón moruna(1 €), y el rollito de pollo(3 €). El rollo de pollo es una de las tapas más populares, sobre todo entre los turistas asiáticos. Resulta que un turista coreano visitó el bar y le encantó. Luego colgó las fotos en una web de su país, y se hizo tan popular, que ahora hay un peregrinaje de turistas que van al bar a pedir el rollo de pollo y un buen tinto de verano, al que le ponen un toque de vermut, y que además sirven sin mezclar, quedando la copa con un efecto de capas de colores. Yo he probado el tinto y doy fe de que está muy bueno. Lo hacen con un buen tinto(nada de vino peleón) y se nota en el resultado, pero no en el precio(1,50 €). La carta de vinos es muy amplia. Sobre todo tienen vinos de las bodegas rondeñas, muchos de ellos con premios internacionales, que maridan perfectamente con las tapas de productos locales. Me gustó mucho la música del local. Una selección de clásicos de los años 40, a un volumen muy agradable, y que se oye tanto en el interior del bar como en la terracita. Nada de tv, ni tragaperras, ni ningún otro ruidito molesto. Y como no está en un lugar transitado, tampoco llega el ruido del bullicio. Y tampoco hay wifi. A este bar se viene a conversar mientras se disfruta del vino y la comida. La atención de los dueños es excelente. Muy amables, con una sonrisa y servicio rápido. Ah, y cuando pides la cuenta, te ponen algún detalle dulce, como por ejemplo unas tejas de almendra y miel, ¡deliciosas!