Kiosko de Los Leones

Es invierno y son aproximadamente las 13h. Coincide que estás por la zona y visualizas el enorme espacio de veladores que este kiosco tiene en plena Alameda. Les golpea el sol como si no hubiera mañana y tu cuerpo entumecido por el frío decide crearte el antojo de sentarte un rato al sol. Coincide que, además, llevas el Kindle en la mochila y que tienes un rato libre, hasta la hora de comer. Te sientas en la mesa, pides una cerveza y te recuestas en el respaldo de la silla, sorbiendo rayos de sol a través de la piel, incluso la de los párpados. Te traen la birra, le das un buen trago, enciendes el libro por donde ibas y disfrutas de media hora de paz. Cuando te das cuenta, te has bebido la cerveza entera y los veladores se han llenado de gente que hace más ruido que una jauría de perros hambrientos. Es hora de irse… pero sabes que aunque sea para estos ratitos, volverás.

Hoy he ido a comer con una amiga aprovechando el día soleado y la verdad ha estado genial. Hay variedad de tapas a buen precio pero me quedo sin duda con los veladores en mitad de la Alameda… ideales para tomar el solecito mientras comes en estos domingos de invierno!

Este kiosko, situado en la Alameda, es bastante agradable por su terraza, pero hay muchos establecimientos mejores en la zona.
La semana pasado fui con un amigo y decidimos sentarnos allí porque fue el primer sitio que pillamos, y al ver que había cubos de botellines nos animamos. El cubo creo recordar que sale en torno a unos 3 euros (Alhambra, aunque por algo más de dinero puedes pedirlos Cruzcampo). Por 1,5 € más te ponen un platito de nachos o papas bravas, pero me pedí los nachos «con queso» y no se lo encontré…No merece la pena pagarlo.
NO he ido nunca de tapeo aquí, pero las tapas son un poco más caras de lo habitual.

Lo único que tiene Los Leones es cubo de botellines Cruzcampo en la Alameda (el resto de bares ofrece cubos con Mahou, Alhambra y demás morrallas cerveceras) y una tele grande para el futbol en toda la terraza
Lo demás no me sirve: son antipáticos y las tapas no valen lo que cuestan
Algo significativo: por el cumpleaños de un amigo quedamos para cervecear alli, cuando nos entró el hambre, cambiamos de sitio… Más claro, agua

Uno de los mejores sitios para tapear en la Alameda de Hércules.
La variedad de tapas es una maravilla y todo está delicioso. El precio está bastante bien teniendo en cuenta la zona tan céntrica en la que estamos tomando el ágape y sin duda el ambiente es increíble.
Se han sabido amoldar perfectamente a las exigencias competitivas que requeríà la zona teniendo en su pizarra ofertas de lo más exquisitas como el famoso «cubo de botellines» que tanto impera a día de hoy.
Uno de los detalles más divertidos de este sitio son las mesas de camilla con estufas que ponen llegado el invierno. Sin duda, un ingrediente más para poder disfrutar de sus tapas en cualquier estación del año.

Fui ayer por primera vez a este kiosko bar, venciendo –he de reconocerlo– una resistencia que tenía desde que los construyeron. Alguien ha dicho por ahí que estos kioscos en mitad del paseo son rehabilitaciones de los antiguos que existían en la Alameda. Tengo que contradecir eso: hace diez años en la Alameda no quedaban ninguno de los kioscos antiguos, por lo cual éstos son de nueva construcción. Pero lo más importante, es que los que existían en los años veinte del pasado siglo eran de cristal e hierro, preciosos, sí, y nada que ver con los enjendros de ladrillo amarillo que vemos ahora.
Aclaración hecha, me resistía a ir porque me parecen que son el exponente de lo que el Ayuntamiento de esta ciudad ha querido hacer con la Alameda: un transvase poblacional y de estilo de vida. Y me parece que estos kioscos están ahí para atraer a una clientela familiar y burguesa.
Pero bueno, ayer le di una oportunidad, porque queríamos tapear en un lugar con sol y era de lo poco que había (tienen ese reclamo tan fuerte). Resultado: desastroso. La cerveza, no sé de qué marca era, pero desde luego no la que los sevillanos estamos tan acostumbrados a tomar, y ni si quiera se le parecía. Y las tapas… no sé cómo describiros la mayonesa con puré de ensaladilla que nos pusieron. No fui capaz de comerla. Después, unos chocos fritos: cosa más fácil y más común en esta ciudad… Pues parecía que los tenían desde el año pasado y los habían pasado por la freidora unas cuantas veces. Me fui con el estómago revuelto.
Era previsible: se aprovechan de su magnífica situación, pero descuidan todo el resto. Creerán que la gente traga con todo, e igual tienen razón…
Yo, desde luego, ¡¡nunca más!

Estuve cenando el sábado sentada en el velador de este bar con unos amigos. Propuse ir yo porque una vez comí ensaladilla y me gustó mucho, la hacen con puré de patata y está bien rica, pero, me arrepentí de repetir, vamos, que dudo que vuelva…
No tenían la mitad de las cosas que anunciaban en sus pizarras como ofertas de reclamo tipo «cubo con 6 botellines por 5 €» que resultó que no tenían ya de esa marca para hacernos el cubito. El caso es que el camarero fue de lo más antipático, no venía a la mesa si lo llamábamos y se hacia el loco, porque eramos ya los únicos que quedábamos en la terraza, muy liado no estaba…
Para rematar la velada entré en el baño y me pillé un dedo con la puerta.