Playa Blanca

Comida buenísima!!! Raciones enormes, por eso se piden medias raciones. Los precios de la ½ ración rondan los 6 – 8 €. Pedimos calamares, brotola y tortitas de camarones. Riquísimo todo, se nota la calidad del pescado por estas zonas. Excelente calidad precio y en el centro de tarifa. El bar el pequeño pero la terraza esta genial. Recomiendo ir pronto, ya que se llena. Le doy 4 estrellas porque los camareros eran muy bordes y estaban mas pendientes de ver el movil que de atender las mesas.

La verdad es que es un sitio de los que he comido más y a mejor precio. Se encuentra en una placita del pueblo, que comparte con otros establecimientos, con varias mesas dispuestas en ella, quizá un poco desperdigadas, y con sombra abundante. Dentro, el bar es apenas un pasillo, y cuando fui estaba repleto de parroquianos que casi había que apartar para poder alcanzar el baño.
La comida, qué decir, era espectacular. No había probado jamás la brótola, y no recuerdo un pescado más suave. El atún, como no podía ser de otra forma, está hecho de bastantes maneras, a cada cual mejor. Pedimos un aliño de tomates, que estaba increíble, y que acompañó estupendamente al atún que venía sobre pan. Las croquetas de choco, si bien me sorprendieron por que eran negras por dentro, eran bastante sabrosas. Y las ortigas eran como comerte el mar, un sabor espectacular, aunque la textura puede que a todos no les guste.
En cualquier caso, se nota que la materia prima es espectacular por aquí. Y también que saben tratarla de manera fabulosa en este local. Se perdona que los camareros andasen un poco despistados/​reticentes por la comida y porque llegamos casi a las cuatro de la tarde. Pero, en cualquier caso, si me pilla por Tarifa algún día, repetiré aquí.

Ob wie die Tarifeños (Einwohner der südlichsten Stadt Europas, Tarifa) stehend an der Bar oder an den kleinen Tischen auf der Plaza San Martín: unglaublich leckere Fischtapas isst man im «Playa Blanca». Besonders bemerkenswert: die Calamares.
Der Wirt schmeißt den Laden oft zusammen mit seiner Tochter, die Stimmung ist «typisch spanisch», in einer Ecke läuft der Fernseher mit dem Sportkanal, die Männer starren auf die Mattscheibe und kommentieren das Spiel, die Frauen schwatzen, lachen, lärmen. Man wird Teil dieses Gewirrs von Geräuschen und Gerüchen, kaut, schmeckt, schluckt und is (s)t glücklich.