Bellver

Sólo he ido una vez porque no soy de la zona. Busque por Unilocal una pastelería que estuviera abierta y aquí me trajo.
Me atendió una chica muy simpática y me recomendó algún que otro pastel (es a lo que iba). Es bastante difícil que me guste a mi un pastel, soy muy especial para esas cosas, pero para la desgracia de mi dieta…¡ACERTÓ EN TODOS! Estaban todos muy buenos.
Lo que más me sorprendió fue que la dependienta, en lugar de demostrar su cansancio de un viernes a la última hora de la tarde (pasaban de las 21h) y cerca de la hora para cerrar, fue bastante amable, lo cual se agradece bastante, porque a esas horas ¿quien no esta cansado? Definitivamente si estoy por la zona volveré a ir seguro.

Era el día de Sant Dionís (9 de octubre) y en Valencia lo celebramos regalando a la pareja (los forever alone lo regalamos a nuestra madre) una bandeja de mazapanes de fruta (mazapanes con forma de fruta) y un pañuelo. En otras comunidades y en otras fechas tienen celebraciones parecidas, como lo de Sant Jordi.
Acudí a una tienda cercana con horario muy amplio y precios nada asequibles y no me convenció lo que había. Por ello decidí visitar esta pastelería de mi barrio que siempre la he visto desde fuera, pero no recuerdo haber entrado. La experiencia de compra fue muy diferente, tenían varias bandejas enormes con cada tipo de fruta de mazapán, y podía elegir tamaño y cuantas piezas de cada. Personalizado a tope, y un montón de pañuelos para escoger. Al final me salió un poco más caro que en la otra tienda, pero ni punto de comparación. La chica que me antendió, además, muy simpática, creo que fui el primer cliente del día, y estando yo empezaron a venir más.

Con una buena relación calidad precio, se ofrece esta panadería-​pastelería de escaparate cuidadoso y gran variedad de dulce y salado; a subrayar, en este sentido, lo buenas que están las empanadillas (tomate, espinacas), con relleno generoso y masa ligera y consistente. El chocolateado de algunos dulces (tanto en rellenos como en coberturas) dirime más de un conflicto de autoestima, si andas cerca de este establecimiento y te asalta la tentación: es generoso y está bien elaborado.
En el local actualizado, pero con un claro matiz tradicional todavía y entre tranquilizadora pulcritud, te atienden con cierta demora pero solícitamente y, mayoritariamente, las impaciencias de la espera tienen más que ver con las propias ansias por hincarle el diente al dulce que con la lentitud parsimoniosa de las dependientas.

Si hubiera rendido mi deseo al aroma que emana este local la temporada en que cruzaba por delante de su puerta cada mañana, creo que habría ganado unos cuantos quilos. Afortunadamente para mi salud, sé controlar mi ansia, y acudo a este horno cercano a mi lugar de residencia habitual sólo esporádicamente. Exclusivamente por su repostería. Es una de mis favoritas.
Lo considero el horno idóneo en el que adquirir una bandeja de pasteles con la que endulzar la sobremesa de los domingos. Me resisto a ser goloso, pero cuando me permito un exceso escojo las lionesas, los susús, las trufas o los merengues que han seducido a mis papilas gustativas desde el otro lado del mostrador cada vez que he entrado a Bellver.
No obstante, me atrevo a plasmar aquí una recomendación muy concreta: si hay un producto por encima del resto con el que me deleite, es el panquemao. Sin rodeos: personalmente, no he probado uno tan embelesador como el que elaboran aquí durante la temporada de Pascua y Semana Santa. Único.

Lo digo y lo mantengo, las dependientas de esta panadería me salvaron la vida. No me van a poder sacar de ahí. Ellas quizás no lo sepan nunca pero consiguieron sacarme airoso de una situación peliaguda.
El local donde suelo comprar las tartas de cumpleaños me dejó tirado con un encargo. Eran cerca de las 14.00 horas y mi cuello estaba en juego. Inmediatamente recordé que este establecimiento tenía apetitosos pasteles de cumpleaños en un espositor y me apresuré con el coche hacía allí. Pese a la hora y el hecho de que fuera sábado, aún encontré dos tartas que llamaban mi atención. Así que, tras un duro proceso de selección (pito, pito, gorgorito…) elegí la de triple chocolate. Quedé como un campeón.
Desde entonces divido mis esfuerzos cumpleañiles y encargo mis tartas aquí. Además, el sabor no desmerece al del local en que las compraba anteriormente y el precio es totalmente competitivo. Quedas muy bien con un postre artesano y no tienes que rascarte excesivamente el bolsillo.

Un par de barras de pan y unos saladitos de almuerzo (compuestos por frivolidades y mini-​pizzas) para tres personas por 10,50 €, juzguen Vds. mismos… Sólo diré que merece la pena almorzar bien, y comprando aquí se consigue.
Bellver son expertos en pasteles, aunque yo no soy muy goloso y no puedo opinar al respecto. Sí que os diré que la presentación es impecable, y que realmente tiene muy buena pinta lo que ponen de venta al público.
Una panadería recomendable, con un horario de apertura generoso. Un placer.