Los sábados y domingos en la plazuela de la Parroquia, justo a un lado de la entrada principal, se ponen las monjitas a vender sus productos: rosarios, medallitas, imágenes religiosas, galletitas… y lo más delicioso del planeta: gelatinas con rompope… Las gelatinas las encuentras de varios sabores: fresa, piña limón, uva, mosaico, leche. Mi preferida es la de jerez. Las tienen presentadas en vasito de plástico y las puedes pedir así solitas o en bolsita y con rompope(obviamente el rompope es hecho por ellas y tienen unas botellitas monísimas de cocacola para que lleves a casa). Con la técnica que solo adquiere un experto, sacan la gelatina del vasito de plástico y la meten en la bolsa, agregan un chorro grande de rompope y giran la bolsa tan rápido que ni cuenta te das pero te la entregan con un nudo que hermetiza la bolsa perfectamente. Lo que sigue podría resultar irrelevante, pero es parte fundamental del ritual de la gelatina con rompope: camina hacia la escalinata de la parroquia y siéntate ahí, si lo prefieres puedes caminar un poco más y aposentar tus sentaderas en la bardita del jardín. Vas a tomar la bolsa de la gelatina con ambas manos y vas a apachurrarla por todos lados hasta que la gelatina quede echa puré. Ahora colócala de tal manera que el nudo quede mirando al piso; mete una punta de la bolsa a tu boca y arranca un triangulo del plástico para lograr hacer un hoyo por el cual puedas ingerir la maravilla. Escupe discretamente el pedazo de plástico que arrancaste y procede a recogerlo del piso y guardártelo en la bolsa del pantalón(ecologically friendly). Mete la punta abierta a tu boca y con ambas manos ve apachurrando la bolsa para expulsar la cantidad deseada de la mezcolanza de dioses, bueno, de monjas. El postre perfecto.
