Yo no sé qué me sucede en realidad, que da lo mismo: no importa cuánto haya ingerido antes de salir por ahí, que siempre terminaré la noche más hambriento que qué sé yo. El pasado sábado, tras una preceptiva sesión en el Ocho y Medio, cuando salí tenía muchísimo hambre. Y como la comida nocturna en Madrid adolece de grandes carencias, recordé súbitamente que habían abierto esta pizzería para llevar en pleno San Vicente Ferrer. Hasta allá que nos fuimos. Creo recordar que pedí una cuatro quesos(no estaba yo en mis mejores momentos, también he de decirlo); y creo recordar que estaba medianamente bien. De hecho, mil veces mejor que esas pizzas de cadena que se venden a diestro y siniestro por Madrid. Eso sí, estas pizzas, que también son de estilo cuadrado, se venden en triángulos, no en cuadrados. Medio triángulo cuesta dos euros. Sale un poco más cara que la competencia, creo recordar, pero merece la pena. El local mola un poco, la verdad es que se echa de menos alguna silla o algo, pero imagino que no lo tienen permitido por tratarse de un take-away.