Llinares

Una de las mejores heladerías de valencia. Ofrece gran variedad de sabores en sus helados, algunos de ellos muy muy originales. A mi me encantan también la horchata, leche merengada y la coca de llanda. Terraza muy animada y camareros extraordinarios.

Me encanta este sitio, son mis helados favoritos de cuando era pequeña y no me importanta patear cuando me encuentro atención buena y calidad del producto excelente. Ahora no es época de helados pero si de turrón que también están buenísimos. Ayer fui a comprar los famosos suspiros, pero me dijeron que había llegado tarde que rabia me dio! Pero la chica un encanto me dio a probar turrón blando de Jijona que bueno!!! Y a mi hija también le dio a probar y como no a mi hija le encantó, me llevé el turrón y unos bombones rellenos de turrón ya os contaré, pero seguro que buenísimos. Ahora ya sé que tengo que hacer el año que viene para que no se me pase!!!

Mi madre tiene la costumbre, cuando llegan la fiestas de navidad, regalar a su médico de toda la vida algún detalle. El año pasado le recomendé un buen licor, pero este año la he acompañado a esta tienda de turrones y dulces artesanos.
Realmente el escaparate ya invita a entrar porque tienen una verdadera exposición de los dulces que puedas imaginar y algunos más.
Disponen de bandejas muy bien preparadas y envueltas, de diferentes precios en las que se puede degustar, turrón de Xixona y Alacant, mazapanes, peladillas, almendras de turrón, bombones, cascas de yema y un sinfín de productos que te harán la boca agua.
El trato de la dependienta espectacular, incluso nos dió a probar algunas cosas mientras esperábamos.
El año que viene seguro volveré.

Esta heladería es y será conocida para siempre por todos los del barrio como «La Jijo». Es más, mi madre no se creía que se llamaba Llinares hasta que pasamos por delante de la puerta y le hice fijarse en el cartel. Desconozco si hace muchos años hubo una heladería de la Jijonenca aquí, pero el pueblo ha hablado y por mucho que quieran la Jijo va a ser la Jijo forever, es un hecho.
Le tengo mucho cariño a esta heladería, y he pasado muchos ratos en su terraza sentada. Porque está al lado de mi colegio, así que todos los que hemos estudiado en Esclavas de María le hemos pedido a nuestras mamis que nos comprara un polo después de clase, o nos hemos sentado con ellas y otros nenes a disfrutar de una tarrina. Ya de más mayores (bastante más mayores), mis amigas del colegio y yo seguimos quedando en la Jijo, porque somos animales de costumbres y porque es un sitio guay. Y no debemos ser las únicas a las que les pasa esto, porque te sientas en la terraza y siempre tienes al lado a alguien que sabes que ha ido contigo al colegio, o su hermana, o su madre… digamos que es el centro social.
Lo peor de esta heladería es que cierra de octubre a marzo, aunque abre en diciembre para verder turrones, lo que pasa es que abre como tienda y no te puedes sentar a tomar algo, sólo tienen el mostrador de turrones y poco más. En verano la terraza ocupa casi toda la acera (y no la extienden más porque hay un parking), y te puedes tomar una tarrina de helados de mil sabores (hasta de mejillones, ugh), una horchata, unos fartons, un limón o café granizado… pero también te puedes tomar una cerveza o una Cocacola, e incluso han inventado el «chichiriwiki», que es limón granizado con vodka, ¡muy bueno! En Fallas, se llena de gente tomando chocolate con churros, o gofres, si el caso es hacer el gordo…
Por dentro el local es muy grande, y los camareros son muy rápidos y serviciales. A pesar de tener que atender a muchas mesas, no te ponen cara de agobiado ni se desesperan por tener muchas cosas que hacer. El servicio de camareros a mesa es a partir de las 6 de la tarde, antes tendrás que entrar tú a por el helado, aunque casi que mejor, porque así puedes echar un ojo a los diferentes sabores que hay. Yo recomiendo el de donut, o de Ferrero Rocher, o de chococrunch, o vainilla con cookies… pero porque soy muy tradicional para los helados; si queréis uno de cocido también os lo podéis tomar.

Esta heladería del grupo Llinares, llamada concretamente La Jijonenca, se ha convertido para mí en un lugar predilecto, no sólo para gozar de un buen helado, sino para compartir un momento agradable y sereno en buena compañía.
De sus helados destaco dos cualidades. La primera, la variedad. Cada año suelen añadir algunos sabores nuevos que, junto con los tradicionales, conforman dos mostradores enteros. Habrá unos 20, o tal vez más.
La segunda es la cremosidad. No me hace falta prestar mucha atención a lo que me indica el paladar para detectar un toque de elaboración casera que no se aprecia en otras heladerías. Si eres un amante del chocolate, disponen además habitualmente de algunas variantes, como ‘selva negra’ o ‘ferrero rocher’, que pueden resultar una auténtica perdición. Por eso, quizá para sobrellevar con un menor sentimiento de culpa los excesos, hay incluso uno bajo en calorías considerablemente logrado.
Pero si lo he descrito un par de párrafos más arriba como un lugar indicado para pasar un rato tranquilo es debido al local. El interior es limpio y ordenado. En el exterior cuentan con unas mesas donde siempre me ha apetecido acabar las tardes de verano. Y no sólo a mí: en julio, agosto y septiembre suele complicarse conseguir una mesa a partir de las 19 o las 20.
Finalmente, debo hacer mención a otras tres cosas: la horchata es excelente (disponible para llevar), especialmente la mixta; el trato es amigable, y en diciembre y Navidades sustituyen los helados por unos turrones de Xixona artesanos fantásticos.